Destinada a mi gran cuñado - Capítulo 278
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Capítulo 278:
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«Señorita, él nos ha pagado. Tenemos que llevarla a casa con seguridad».
El gerente le indicó a Sophia que entrara en un coche, pero ella negó con la cabeza. No estaba de acuerdo y comenzó a caminar en dirección contraria.
Como Bryan le había pagado bien, el gerente no pudo evitar llamar a un guardia para que se llevara a Sophia.
«Tráela de vuelta. No podemos dejarla ir sola a estas horas».
El guardia se acercó a Sophia e intentó calmarla.
«No, no necesito tu ayuda. No la ayuda de ese hombre cruel. Solo quiero estar sola».
Cuando el guardia agarró a Sophia por la muñeca y comenzó a arrastrarla de vuelta al restaurante, un coche se detuvo a su lado.
El hombre que iba en el asiento del conductor salió del coche y miró al guardia con ira. «Déjala».
Sophia se volvió hacia el hombre que acababa de arrebatarle la mano al guardia.
No era otro que Alpha Victor.
El guardia pareció desconcertado. —Señor, no estoy acosando a esta chica. Su novio nos ha ordenado que la llevemos a casa. Solo estamos haciendo nuestro trabajo.
Victor miró a Sophia, cuyos ojos estaban llenos de lágrimas.
—Yo la llevaré a casa. No te preocupes.
—¿La conoce? —preguntó el guardia, lanzando una mirada cautelosa a Alpha Victor.
—No es asunto suyo —respondió Víctor, mirándolo con ira.
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El guardia tragó saliva y asintió, suponiendo que Víctor conocía a Sophia.
Mientras el guardia regresaba al restaurante para informar al gerente, Víctor se volvió hacia Sophia.
—¿Qué te ha pasado?
Sophia apartó su mano y dio un paso atrás. —Ya sabes lo que podría pasar.
Soltó una risa, como burlándose de sí misma.
Victor se quedó en silencio un momento, observando su situación.
—Te ha roto el corazón, ¿verdad?
—Por supuesto que sí —murmuró ella, bajando la cabeza.
—No me quiere. Dijo que nunca había sentido amor por mí, ni siquiera por un segundo. Todo lo que había entre nosotros no significaba nada para él.
Parecía un cristal roto, hecho en mil pedazos que nunca podrían repararse.
Empezó a alejarse de él, en dirección a un lugar desconocido para ella.
—¿Adónde vas? —le preguntó él.
—Me voy al infierno.
Con un suspiro, se acercó a ella y le agarró la muñeca.
—Vamos. Te llevaré a casa. No es momento de que andes sola por ahí.
Ella se volvió hacia él y lo empujó.
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