Destinada a mi gran cuñado - Capítulo 273
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Capítulo 273:
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Su interior temblaba bajo su mirada gélida. Ya no era el hombre que solía acariciarle el pelo o tratarla con delicadeza.
—No puedo hacerlo.
Ella se quedó atónita. Con expresión confundida, dio un paso atrás. —¿Por qué no puedes hacerlo?
Normalmente, él no respondía a sus preguntas, y ella supuso que esta vez tampoco lo haría. Pero hoy, él respondió.
Su respuesta la destrozó por completo.
«Mi manada es lo más importante en mi vida. No puedo traicionar a mi manada».
Ella estaba confundida. ¿Por qué aceptar su relación delante de los demás se consideraba una traición?
«¿Qué quieres decir?», preguntó, buscando una explicación.
No sabía que cuanto más insistía en obtener respuestas, más profundo sería su dolor.
Después de mirarla fijamente durante un momento, él respondió con una voz grave que le atravesó el corazón.
—Cuando me convertí en el alfa de esta manada, designé a Mila como la luna de mi manada.
Ella se quedó desconcertada por sus palabras.
Todo su cuerpo temblaba y casi se derrumba en el suelo. Habría perdido el control de sus pasos si no se hubiera agarrado a una silla que tenía detrás.
Pero cuando él hizo una pausa y volvió a hablar, la destrozó por completo, sin dejarle ninguna posibilidad de recuperarse.
—Aquel día no rompí el compromiso. Solo lo pospuse.
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Sophia estaba tan conmocionada que no encontraba palabras para responder.
¿Qué quería decir exactamente con que pospuso el compromiso? ¿A pesar de saber que tenía una pareja a la que no podía rechazar, seguía teniendo intención de casarse con esa mujer?
Las piernas comenzaron a temblarle y sintió como si el suelo se deslizara bajo sus pies.
Con un sabor a traición que nunca había experimentado, fijó la mirada en él.
¿Cuándo había cambiado? ¿Su cariño, su corazón, su hogar? No, no era eso. Ella nunca había existido en su mundo.
Sus ojos se apartaron de él y bajaron lentamente hasta el suelo.
—Tú…
No pudo decir nada más. Este hombre era realmente despiadado.
Recordó una por una todas las advertencias que le habían hecho su hermano, su madre e incluso su rival sobre él.
Tenían razón. No tenía corazón.
Si lo tuviera, no la habría destrozado así.
—¿Cómo has podido hacerme esto? —Su voz era apenas un susurro cuando las palabras escaparon de su boca. Incluso pronunciarlas le dolía. Su voz parecía atascada en su garganta.
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