Destinada a mi gran cuñado - Capítulo 272
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Capítulo 272:
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«No creo en el amor. Nadie puede hacerme sentir así. Aún eres muy joven y tienes mucho que aprender del mundo».
Ella lo miró fijamente, buscando en sus ojos. Si miraba lo suficientemente profundo, podía ver la molestia. Era la primera vez que podía ver a través de sus ojos, y estos le dejaban dolorosamente claro que él no la amaba.
—Entonces, si no fuera tu compañera…
—Hizo una pausa por un momento, respirando profundamente antes de continuar con la pregunta que había estado planeando hacer.
«No habrías…».
Bryan no la dejó terminar. Le soltó la mano con tono severo. «¿No es obvio? Ya me lo dijiste hace unos meses. ¿No fui capaz de hacértelo entender?».
Su frialdad la hizo retroceder. Le costaba aceptar que el Bryan al que había amado fuera el mismo que tenía delante.
—No me muestres este lado tuyo. No puedo soportarlo, Mate —tartamudeó ella.
Sus palabras no parecieron afectarle. Él suspiró, como si hablar con ella fuera como hablar con una pared en blanco. Ella siguió repitiéndose, y él claramente no quería escucharla.
Al notar su silencio, intentó calmarse y se secó las lágrimas.
«No, está mintiendo. Me quiere», pensó para sí misma, y se acercó a él una vez más.
Lo abrazó con fuerza, con la voz temblorosa, y le susurró: «No me mientas, Mate. Sé que me quieres».
Bryan miraba al frente, con la mirada fija en las flores que decoraban la barandilla. Su expresión era inexpresiva, su rostro carecía de emoción. El hecho de que él no le devolviera el abrazo hacía aún más evidente la crueldad de la situación.
Ella levantó la cabeza, aún aferrada a él. ¿Por qué no la abrazaba?
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Sentía que iba a perder la cabeza si él no aceptaba que también la amaba. Tenía que reconocer su amor, después de todo, él era su compañero, su compañero de vida, elegido por la diosa de la luna.
Pero ella no quería que su relación se basara en concesiones. Quería que se basara en el amor. Aunque fueran compañeros, ella anhelaba estar con él porque la amaba, no porque estuvieran destinados a estar juntos.
¿O era solo su imaginación?
—Compañero, revelemos nuestro vínculo a los demás —dijo ella, con la voz llena de una frágil esperanza.
Por fin, no tuvo más remedio que pedirle que dejara de ocultar su vínculo a los demás. Lo hacía por miedo, por miedo a que algún día él la abandonara.
Bryan volvió la mirada hacia ella y frunció el ceño, lo que la dejó paralizada.
Un escalofrío le recorrió la espalda al encontrarse con sus ojos oscuros y aflojó el agarre que tenía sobre su cuerpo.
«¿No quieres hacerlo?», preguntó en voz baja, casi suplicándole que no dijera que no.
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