Destinada a mi gran cuñado - Capítulo 139
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Capítulo 139:
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Se detuvo frente a la puerta del despacho del director general y llamó.
—Adelante.
Al oír su voz, abrió la puerta y entró con una sonrisa.
Cerró la puerta tras de sí e inmediatamente vio al hombre sentado detrás del escritorio.
Él sostenía un teléfono cerca de la oreja y hablaba con alguien al otro lado. Un ceño fruncido indicaba que no estaba contento con la conversación.
Sophia se acercó al escritorio. Bryan aún no la había mirado. Se quedó cerca, sosteniendo la taza, tratando de descubrir el motivo de su mal humor.
—Asistiré a la fiesta de la manada la semana que viene —dijo Bryan, y luego colgó el teléfono.
Arrojó el teléfono sobre el escritorio, lo que sobresaltó a Sophia, pero ella hizo todo lo posible por mantener la calma. Verlo enfadado se había convertido casi en una costumbre para ella. Era una persona agresiva.
Cuando Bryan levantó la vista, centró su atención en ella. Ella respiró hondo y rodeó el escritorio para acercarse a su silla.
Dejó la taza de café sobre el escritorio y se volvió para mirarlo. Sus ojos negros no se apartaron de su rostro desde el momento en que se posaron en ella.
—Tu café —dijo ella, tratando de pensar en cómo calmar su ira.
Él agarró el asa de la taza y apartó la mirada de Sophia. Bebió un sorbo de café y cerró los ojos, recostándose en la silla.
Sophia sonrió, comprendiendo que le gustaba su café.
Cuando él abrió los ojos, estaban tranquilos.
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Mi café lo calma, pensó ella.
—¿Va todo bien? —preguntó en voz baja, con un tono suave y obediente.
Bryan dejó la taza sobre el escritorio y la miró. Extendió la mano para tocarle la mano mientras ella se colocaba a su lado. —Ven aquí.
Ella le tomó la mano y se sentó obedientemente en su regazo. Apoyó la cabeza en su pecho y le preguntó:
—¿Qué ha pasado, cariño? ¿Por qué estás tan enfadado?
Él le puso la mano en la cabeza y le acarició el pelo con los dedos.
Su contacto la conmovió y ella cerró los ojos.
—La fiesta que quería celebrar con nuestra manada se celebrará en otra manada.
Ella levantó la cabeza para mirarlo, pero su nariz rozó la de él al girarse.
Se echó unos centímetros hacia atrás para hablar.
—¿Y ahora qué haremos? —preguntó, mirando a sus misteriosos ojos que nunca dejaban de cautivarla.
—Tendremos que ir allí para asistir a la reunión de la semana que viene.
—¿Nosotros?
Ella casi se levantó de su regazo al oír eso, pero él la sujetó con fuerza por la cintura para impedirlo.
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