Destinada a mi gran cuñado - Capítulo 130
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Capítulo 130:
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«Ahora tienes que asumir tu responsabilidad», le susurró Bryan al oído.
Ella quería preguntarle qué quería decir, pero gimió cuando él le chupó el lóbulo de la oreja.
Ella levantó las manos y las agarró inmediatamente. Pero él las atrapó y las inmovilizó por encima de su cabeza, aunque ella no se resistía.
Ella respiraba profundamente con los labios entreabiertos mientras él le besaba y lamía continuamente la oreja.
El sonido de sus largas respiraciones le hizo estremecerse dentro de los pantalones.
Se apartó de su oreja y le besó la mejilla. Ella se sorprendió cuando sus pulgares comenzaron a rodear sus palmas, provocándole oleadas de placer.
—Alfa.
—¿Hmm?
Él murmuró mientras su nariz rozaba repetidamente su mejilla. Parecía que quería besar no solo sus labios, sino todo su rostro. Quería mostrarle su deseo a través de estos pequeños gestos.
Le besó los párpados, haciendo que ella cerrara los ojos.
—¿Por qué no puedes ser obediente, eh? Sabes que no me gusta enfadarme contigo.
Ella se quedó paralizada ante sus palabras. ¿No le gustaba enfadarse con ella?
«¿Por qué?», preguntó ella con tono desesperado.
Él dejó de besarle la cara para mirarla cuando ella abrió los ojos.
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Ella buscó sus misteriosos ojos, tratando de comprenderlo.
Él sonrió y se inclinó hacia sus labios.
«Ya sabes la respuesta».
Con eso, estrelló sus labios contra los de ella.
El beso fue tan apasionado que ella no pudo evitar corresponderle.
Luchó por liberar sus manos de su agarre para poder tocarlo, rodearle el cuello con los brazos y acariciar su suave cabello.
Pero, como si quisiera castigarla, él no soltó sus manos. De hecho, separó sus labios de los de ella y la miró. Su atención se desplazó hacia su escote.
Ella tragó saliva al ver cómo le miraba los pechos. Aunque llevaba un vestido, se sentía desnuda ante él.
—¿Cómo te atreves a llamar la atención de otro hombre? —le preguntó él.
—Yo solo estaba… ¡Aah!
Él la atacó en el cuello, besándolo. Su boca bajó hasta llegar a la clavícula. La mordió ligeramente, haciéndola jadear.
Ella deseaba abrazarlo en ese momento. Era una tortura no poder atraerlo hacia ella mientras él le hacía tanto. Mirándola, movió lentamente la cara hacia su escote, rozándolo con la nariz.
Ella tenía los ojos bien cerrados mientras absorbía todo el placer que él le estaba dando.
Pero sus ojos se abrieron de par en par cuando él presionó su cuerpo contra el de ella. Sintió algo duro rozar su bajo vientre. En ese momento, él soltó sus manos y la rodeó con sus brazos.
Se inclinó sobre sus pechos y le susurró:
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