Destinada a mi gran cuñado - Capítulo 102
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Capítulo 102:
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El estado de ánimo de Bryan cambió ligeramente al oírla, aunque su expresión siguió siendo severa. Se recostó en su silla, sacudiendo la cabeza con decepción.
«Llegaste un día tarde. El plazo era de solo dos días. Le dije a tu hermano que te informara de tu ausencia anteayer, pero supongo que ha sido mala suerte. Se olvidó de decírtelo y ahora te lo dice un día tarde».
Ella abrió mucho los ojos al oír sus palabras. Negó con la cabeza y se apoyó en el escritorio, presionando la palma de la mano contra el cristal.
—No puedes hacerle esto. Es tu Gamma. ¿Por qué no valoras su duro trabajo? ¿No tienes compasión en tu corazón? —preguntó con voz teñida de ira.
Los ojos de Bryan se oscurecieron y Sophia se dio cuenta de que había cruzado una línea. Lentamente, retiró la mano del escritorio y se enderezó, sorprendida por lo obstinado y frío que se mostraba en ese momento.
—Alfa, lo siento. Por favor, perdóname por faltarte al respeto. No le des permiso, ¿de acuerdo? —suplicó.
Su expresión seguía inflexible y la ira persistía en sus ojos.
Sophia tragó saliva con dificultad, la intensidad de su mirada la inquietaba. En los últimos días, casi había olvidado lo agresivo que podía llegar a ser.
Sophia suspiró, con voz teñida de agotamiento. —¿Qué quieres que haga? —preguntó, claramente cansada de la situación y de su caótica vida.
Bryan apartó la mirada de ella, quizá para no hacerla sentir aún más incómoda con su oscura mirada. Sacó un cigarrillo del paquete y lo encendió, y el brillo de la punta iluminó brevemente su rostro en la penumbra de la habitación.
Sophia lo observó, notando cómo el humo parecía ser lo único que podía calmarlo momentáneamente. Después de unas cuantas caladas, finalmente respondió a su pregunta.
«Ya sabes la respuesta. Quédate conmigo y olvida la tensión en tu familia. Yo los protegeré», dijo con voz fría pero firme.
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Aunque entendía el significado subyacente de sus palabras, estas lograron remover algo en su interior. Una chispa de calor se encendió en su pecho, pero fue fugaz y rápidamente sustituida por la duda.
«¿De verdad protegerá a mi familia? ¿Para siempre?», pensó para sí misma, con la mirada fija en el hombre que tenía delante. No era un desconocido. Era alguien a quien había llegado a conocer de una forma que no acababa de comprender.
¿Y si cedía? ¿Sería capaz de ablandar su corazón endurecido? ¿La cercanía entre ellos le ayudaría a tranquilizar su mente? ¿Podría convertirse en su refugio, donde él ya no la trataría con frialdad?
¿Sería capaz de cambiar a este hombre? La idea permaneció en su mente, como un peso en el pecho.
Respiró hondo y, con el corazón lleno de incertidumbre, finalmente habló.
—Acepto tu trato. Estaré contigo, Alfa.
Al oír las palabras de Sophia, una chispa de satisfacción apareció en los ojos oscuros de Bryan.
Sophia notó el cambio en su expresión y rápidamente desvió la mirada, bajando la cabeza. Esperó a que él hablara.
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