Deja que te lleve el corazón - Capítulo 766
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Capítulo 766:
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No importaba quién fuera. Si Waylon la había traído aquí, significaba que no era una persona cualquiera.
Estos dos seguían sin saber interpretar las sutiles señales después de tantos años en el negocio.
—Sinceramente, no lo vi venir —dijo Josiah con ligereza, restando importancia a los comentarios.
Antes de que nadie pudiera responder, su teléfono vibró en su bolsillo. —… Sí, gracias. Estoy deseando trabajar con usted —dijo con voz llena de entusiasmo. Su expresión animada no pasó desapercibida.
««¿Qué noticias hay, Sr. Lewis?», preguntó Zahir.
«Parece que has conseguido algo grande, ¡enhorabuena!», sonrió Lyle.
Josiah sonrió. «El Sr. Reed acaba de confirmar un contrato de diez años con mi grupo». Las sonrisas de Lyle y Zahir se desvanecieron. Intercambiaron miradas nerviosas, con la confianza visiblemente sacudida.
««¿Y nosotros?», preguntó Zahir, con tono inseguro.
«No te asustes», intervino Lyle rápidamente. «Quizá el Sr. Reed le ha llamado primero. Ya nos llegará nuestro turno».
Como si fuera una señal, el teléfono de Lyle empezó a sonar.
Respondió con gran expectación, pero su rostro se ensombreció al instante.
Zahir, intuyendo que algo iba mal, se inclinó hacia él. —¿Qué pasa?
Antes de que Lyle pudiera responder, el teléfono de Zahir vibró en su mano.
—¿Qué? ¿Cancelar nuestra colaboración? ¡Al menos dígame por qué, Sr. Reed!
La llamada se cortó de golpe, dejando a ambos hombres atónitos. Se quedaron paralizados, mirándose el uno al otro mientras asimilaban lo que acababa de pasar.
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Josiah les había ganado la partida.
Gracie los vio marcharse, con el cuerpo desplomado contra la pared. Sus labios temblaban mientras susurraba: «Así que incluso ellos lo saben… Solo soy un juguete».
Gracie se tambaleó al regresar, con pasos vacilantes, la vista borrosa y la conciencia difuminándose.
Justo cuando las piernas le fallaron, un par de brazos fuertes la sujetaron.
—¡Mujer imprudente! Si no puedes controlar lo que bebes, ¿por qué no dijiste que no?
Gracie abrió con esfuerzo los pesados párpados y lo miró a los ojos mientras las palabras salían de su boca con dureza.
—¿Te crees muy importante, idiota? No te hagas ilusiones. Sin tu dinero, tu poder y tu estatus, no eres nada.
Waylon apretó la mandíbula y sus labios formaron una línea fina y rígida antes de soltarla bruscamente.
Cuando su cuerpo se tambaleó hacia atrás, sus reflejos le traicionaron: extendió el brazo y la sujetó por la cintura.
—Gracie, ponte derecha —gruñó—. Y mira a quién le estás hablando.
Waylon la sujetó y se aseguró de que se mantuviera firme antes de soltarla.
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