Deja que te lleve el corazón - Capítulo 761
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Capítulo 761:
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¿Y el verdadero padre de Cecilia?
Si se mantenía al margen, Waylon podría seguir fingiendo.
Esa noche, Waylon se sumergió en el trabajo mientras el débil sonido de los pasos de Gracie le llegaba desde fuera de la puerta de su estudio.
Sus pasos inquietos lo hicieron detenerse, con los dedos suspendidos sobre el teclado. Agarró su taza de café y salió sin saludarla.
Gracie se puso en movimiento en cuanto lo vio, siguiéndolo de cerca.
—Déjame prepararte una taza recién hecha —le ofreció, arrebatándole la taza de la mano. Ayer mismo había estado fría y distante, pero ahora estaba ansiosa por complacerlo.
Si esa era su forma de arreglar las cosas, pensó Waylon, la dejaría intentarlo.
Una sonrisa astuta se dibujó en sus labios y arqueó ligeramente las cejas.
Cuando regresó con el café y lo dejó delante de él, Gracie finalmente fue al grano. —¿Dónde está Joseph? —preguntó con tono cauteloso.
La pregunta le golpeó como un puñetazo. Su humor se ensombreció y la calidez desapareció de sus ojos.
Así que solo lo buscaba cuando quería algo.
—Está muerto —dijo Waylon con voz fría y seca.
Gracie se quedó paralizada, con los ojos muy abiertos por la incredulidad.
—¿Muerto? ¿Cómo… cómo ha podido pasar? Eso es… terrible —balbujeó. Waylon la miró atónito. Joseph la había secuestrado, ¿no debería odiarlo? Su reacción no tenía sentido. ¿Por qué parecía tan conmocionada?
¿Podría haber habido algo entre ellos?
Apartando ese pensamiento, murmuró: —No está muerto. Pero está cerca.
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El alivio suavizó sus rasgos y ella exhaló.
—Eso es bueno. Sr. Hughes, ¿podría entregármelo?
Waylon apretó la mandíbula y cerró los puños mientras la irritación se apoderaba de él.
—Puedo, pero esta noche harás exactamente lo que yo te diga —dijo en tono severo.
—De acuerdo, no hay problema —respondió ella sin dudar.
Su rápida aceptación avivó las llamas de los celos, un fuego que rugía en su pecho.
Tenía que saberlo: ¿hasta dónde estaría dispuesta a llegar por Joseph?
—¿Incluso si te pido que sirvas las bebidas, no te importaría? —dijo con sarcasmo en cada palabra.
Gracie parpadeó, tomada por sorpresa. No había previsto tal exigencia.
Supuso que servir bebidas era solo una broma de Waylon y que quería que tomara una copa con él y algunos de sus amigos, lo cual le parecía aceptable.
—Está bien —respondió ella, asintiendo con calma. Así que Waylon la llevó a un bar.
Dentro de la sala privada del club, Darian estaba sentado con tres hombres desconocidos a los que Gracie nunca había visto antes.
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