Deja que te lleve el corazón - Capítulo 760
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 760:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«¡Papá!
Emocionada, corrió hacia él.
«Pensaba que no ibas a venir», dijo Cecilia.
«Cuando hago una promesa, siempre la cumplo», respondió Waylon, con un atisbo de ternura en su rostro, normalmente serio. «¿Qué quieres comer?», le preguntó.
«Quiero una hamburguesa, patatas fritas, pollo frito y helado…», comenzó Cecilia, pero de repente se detuvo.
«¿Por qué te has parado?», preguntó Waylon, levantando las cejas con desconcierto.
«¿Te estoy pidiendo demasiado? ¿Te voy a caer mal, papá?», se preguntó Cecilia.
Las palabras de Cecilia impactaron a Waylon, provocándole un torbellino de emociones demasiado enredadas como para poder desentrañarlas.
Una profunda tristeza se entremezcló con una dolorosa pesadez en su pecho.
«¿Que me caigas mal? Vamos, Cecilia. Eso es imposible. Vamos a por unas hamburguesas», dijo con una sonrisa débil pero cálida.
Antes de que ella pudiera responder, Waylon se dio la vuelta y empezó a caminar. Cecilia se apresuró a alcanzarlo, enredando juguetonamente su dedo meñique alrededor del de él.
Cuando su pequeña mano rozó la de él, una sensación de calor se extendió por sus dedos, encendiendo un silencioso resplandor en su corazón.
Al ver que él no se apartaba, una sonrisa secreta y alegre bailó en los labios de ella.
La hamburguesería apareció a la vista y entraron.
Encuentra más en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒαɴ.c♡𝗺 con sorpresas diarias
Cecilia sostenía un muslo de pollo en una mano y una hamburguesa en la otra, con la mirada fija en ambos. Dudó un momento antes de ofrecérselos, aunque se notaba su reticencia.
—Toma, papá. Elige uno —dijo con voz sincera.
Waylon se dio cuenta de su vacilación y sonrió con picardía mientras cogía deliberadamente la hamburguesa.
Ella abrió mucho los ojos y lo siguió con la mirada mientras él se inclinaba para darle un mordisco.
Antes de que pudiera hacerlo, ella soltó: «Papá, ¿está buena?».
Divertido por su reticencia, Waylon decidió dejar de bromear.
«Ni siquiera me gustan las hamburguesas. Son todas tuyas», dijo, devolviéndole la comida.
Ella frunció el ceño y preguntó: «Pero ¿no tienes hambre?».
Él soltó una suave risa. «Para nada».
Solo entonces Cecilia empezó a comer, con el rostro iluminado por el placer de saborear cada bocado.
Mientras la observaba, Waylon sintió el pecho inundarse de una dulzura tan intensa que le pareció que la miel corría por sus venas.
Aunque Cecilia no era su hija biológica —era la hija ilegítima de Gracie—, eso no le importaba en absoluto. Mientras Gracie mantuviera su secreto, él estaría encantado de hacer como si nada.
.
.
.