Deja que te lleve el corazón - Capítulo 742
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Capítulo 742:
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Se quedaron paralizados de nuevo, sin querer perderse el drama que se estaba desarrollando.
Norene lanzó una mirada furiosa a Gracie.
—¡Gracie, me has tendido una trampa! —la acusó, con la voz temblorosa por la ira.
Gracie arqueó una ceja, con tono frío. —Norene, ¿por qué no explicas cómo supuestamente te tendí una trampa? ¿Cómo podría haberte engañado a ti y a Joseph para que acabarais en la misma cama? Vamos, cuéntales a todos la historia completa.
Norene tartamudeó, incapaz de articular palabra bajo las intensas miradas de los presentes. Solo había venido a echar un vistazo porque sospechaba algo. Antes de que pudiera entender lo que estaba pasando, alguien la golpeó en la nuca y se desmayó.
Joseph intervino con tono severo. —Gracie, eres despreciable. Tú eres la que me sedujo. Cuando Norene entró para investigar, te entró el pánico. Me dejaste inconsciente, luego la atacaste y la tiraste sobre mi cama».
Gracie comenzó a aplaudir lentamente, y el sonido de sus manos resonó en la habitación.
«Debes de ser un director fantástico», dijo con una sonrisa burlona. «Tu talento para inventar historias es impresionante, pero se te ha escapado un detalle crucial».
Joseph no respondió. Se limitó a mirarla, con evidente confusión en los ojos.
Gracie dirigió su atención a Martha, con tono severo. —Martha, ¿no subiste conmigo porque se me había estropeado el vestido? Diles la verdad.
Todas las miradas se volvieron hacia Martha.
Martha dudó, mirando rápidamente a Norene, que la observaba con una mirada de advertencia. Sabía muy bien que no debía contrariar a la familia Palmer. El precio de hacerlo era demasiado alto.
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—Sí —dijo a regañadientes, en un susurro apenas audible—. La señorita Jones subió a cambiarse de vestido.—Martha podría haberse ido a mitad de camino —dijo, con voz tranquila pero tajante—. Y Joseph, explícame esto: ¿por qué te colaste en la habitación donde me estaba cambiando? ¿Quién era realmente el que tramaba algo?
Joseph lanzó una mirada fría y penetrante a Martha.
—Martha, cuenta a todos lo que has oído —exigió.
La mirada de Gracie se suavizó al mirar a Martha. —No pasa nada, Martha. Sé sincera y di la verdad.
Martha apretó con fuerza el teléfono, con la grabación aún en marcha. Se le encogió el corazón.
«Gracie, lo siento», se disculpó en su interior.
Respiró hondo y habló con vacilación. —Al principio, pensé que habías subido solo para cambiarte de vestido. Pero cuando me acerqué a la puerta, te oí intentar seducir a Joseph.
Martha no se atrevía a mirar a Gracie a los ojos. Mantenía la mirada fija en el suelo, con el rostro lleno de culpa.
Gracie sintió que su corazón se rompía en mil pedazos. Había intentado convencerse de que, cuando Joseph había entrado en la habitación antes, debía de haber sido él quien había echado a Martha. Pero ahora, la verdad la golpeó como un mazazo. Martha la había traicionado.
Su voz se volvió fría, afilada como el hielo. «Martha, ¿estás absolutamente segura de que me oíste seducir a Joseph con tus propios oídos?». Martha dudó, pero finalmente asintió con la cabeza.
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