Deja que te lleve el corazón - Capítulo 668
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Capítulo 668:
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«¡Mona!», gritó Gracie con voz temblorosa. Intentó correr hacia la casa en llamas, pero Waylon la agarró del brazo. «¿De verdad vas a arriesgar tu vida por ella? ¡Ni siquiera es tu amiga!», le preguntó con tono severo y cortante.
Gracie dudó un momento.
Lo miró y recordó lo frío e insensible que podía llegar a ser. ¿Cómo podía esperar que le importara la vida de otra persona?
«Vale la pena», dijo con firmeza, con voz firme.
La mirada de desprecio en los ojos de Gracie golpeó a Waylon como un puñetazo, pero él la ignoró. —Quédate aquí —dijo con dureza.
Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y corrió directamente hacia la casa en llamas.
Gracie sintió un nudo en el pecho al verlo desaparecer entre las llamas. Se le cortó la respiración y una ola de miedo la invadió. Justo en ese momento, había pensado que era un hombre despiadado, pero resultó que….
—¡Waylon! —gritó ella, con la voz temblorosa mientras el infierno rugía cada vez más fuerte.
El humo espeso se arremolinaba y se retorcía en el aire. Las llamas brillantes saltaban más alto, proyectando un resplandor inquietante. Waylon se presionó un pañuelo húmedo sobre la cara, decidido a seguir respirando mientras buscaba. En algún lugar dentro, Mona estaba esperando, atrapada.
El fuego se acercaba, lamiendo sus botas. El calor era insoportable, le quemaba la piel como un horno, pero siguió adelante, sin querer rendirse.
Los minutos se alargaban, cada uno parecía una eternidad. Por fin, el ulular de las sirenas anunció la llegada de los bomberos, pero aún no había señales de Waylon. Una ola aplastante de arrepentimiento y culpa invadió a Gracie.
«Waylon, Waylon… no puedes estar en peligro», murmuró, con la voz quebrada mientras repetía su nombre una y otra vez. Sus pies se movieron hacia la casa, pero un bombero se interpuso entre ella y la entrada, bloqueándole el paso.
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«¡Es demasiado peligroso! Quédese atrás», le advirtió con tono firme. La voz de Gracie se quebró mientras suplicaba: «Mi marido todavía está ahí dentro…
. ¡Tengo que salvarlo!».
En ese momento, una figura apareció entre el humo que se arremolinaba. El corazón de Gracie dio un vuelco al reconocer a Waylon. Estaba tambaleándose, con Mona en brazos, ambos cubiertos de hollín. Las lágrimas ya corrían por el rostro de Gracie cuando llegaron a un lugar seguro.
Los bomberos tomaron rápidamente a Mona de los brazos de Waylon y la llevaron a la ambulancia que esperaba.
Antes de que Waylon pudiera siquiera buscarla, Gracie corrió hacia él y se arrojó a sus brazos. «Waylon, me has dado un susto de muerte», gritó con voz temblorosa.
Waylon abrió la boca para tranquilizarla, pero antes de que pudiera hablar, sus rodillas se doblaron y se derrumbó.
—¡Waylon! —gritó Gracie, cada vez más presa del pánico mientras se arrodillaba a su lado.
En la sala del hospital, el médico habló con voz tranquila. —Está en coma por haber inhalado demasiado humo, pero no se preocupen. Debería recuperar la conciencia pronto.
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