Deja que te lleve el corazón - Capítulo 666
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Capítulo 666:
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Así que el polvo de la urna del crucero era realmente las cenizas de Paulina…
Zaria golpeó débilmente la espalda de Lorenzo con los puños, pero no sirvió de nada.
«¡Era mi verdadera nieta! ¡Aunque odiaras a Paulina, no podías aplastar sus cenizas así!».
Lorenzo apretó los puños y miró fijamente a Gracie. «Yo no lo hice. Gracie, estás mintiendo, ¿verdad? Esta es solo tu forma de vengarte de mí y de Norene. Lo has conseguido».
En ese momento, Gracie percibió algo en los ojos de Lorenzo: un atisbo de miedo. ¿Estaba realmente asustado?
«¡Cree lo que quieras! Ahora, ¿puedes irte? Esto es un lugar de trabajo, no el salón de tu casa. No tengo tiempo para charlar». Gracie lo miró con poco interés y luego desvió la mirada para concentrarse en los papeles que tenía delante.
—¿Qué tenemos que hacer para que nos lleves a la mansión Hughes? —preguntó Lorenzo, negándose a marcharse tan pronto.
Gracie se detuvo brevemente mientras pasaba una página y luego volvió a levantar la vista. No habían apreciado la oportunidad que les había ofrecido antes. Ahora que Paulina se había ido, ¿por qué de repente se mostraban tan cariñosos?
—Esperad junto a la puerta de la mansión Hughes.
Lorenzo y Zaria lo tomaron como un sí y se marcharon. —Por fin, un poco de paz y tranquilidad —murmuró Gracie entre dientes, volviendo a concentrarse en los documentos.
De camino a casa con Waylon, sonó el teléfono de Gracie. Era Lorenzo.
Antes de que pudiera decir nada, la cautelosa voz de Lorenzo se escuchó al otro lado de la línea. —Gracie, ¿dónde estás? Llevamos dos horas esperando en la puerta.
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Gracie miró la hora en su teléfono. —Acabo de terminar de trabajar —respondió.
Sin darle a Lorenzo oportunidad de decir nada más, Gracie colgó.
Waylon, que conducía a su lado, frunció el ceño. —¿Tu exmarido? —preguntó.
Gracie notó un ligero tono de celos en su voz. —Sí, es él —respondió.
Waylon se quedó en silencio y Gracie empezó a contar en su cabeza del diez al uno.
Cuando llegó al «siete», Waylon no pudo contenerse más. «¿Adónde quieres ir? Te llevo».
Gracie se quedó desconcertada por la oferta de Waylon. «¿No tienes curiosidad por saber por qué me está buscando?».
«Confío en que puedas manejar bien las cosas con tu ex.»
La palabra «confío» ablandó el corazón de Gracie. «Ignorémoslo. ¡Vamos a casa!».
Cuando Waylon oyó a Gracie mencionar «casa», una cálida sonrisa se dibujó en su rostro. Era la primera vez que se daba cuenta de lo reconfortante que podía sonar la palabra «casa».
«De acuerdo, vamos a casa. ¿Qué te apetece comer? Esta noche cocino yo».
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