Deja que te lleve el corazón - Capítulo 647
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Capítulo 647:
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Nathaniel temblaba de frío, pero esbozó una sonrisa. «Es bonito saber que mi hermana se preocupa por mí», dijo. «No te preocupes por mí. Nado en agua helada durante el invierno, así que he desarrollado cierta resistencia. Estaré bien».
Dentro de la cálida casa, Eleanor caminaba inquieta. Le dolía el corazón por su hija.
No pudo permanecer en silencio y volvió a hablar. «Floyd, puede que Norene haya dicho algo fuera de lugar, pero ¿de verdad crees que este castigo es justo? ¡Es tu nieta biológica!».
Junto a la ventana, Giovanna miraba al exterior, perdida en sus pensamientos. Mamá es muy parcial con Norene. No solo quiere dejarle el Grupo Jago a ella, sino que ahora ni siquiera le importa que su hijo se esté congelando fuera. ¿Es Norene la única hija que tiene en su corazón?
Floyd se volvió hacia Eleanor con expresión severa.
—Precisamente porque Norene es mi nieta, tengo que ser más duro con ella. ¡Mira cómo se ha estado comportando! Hace mucho que me he dado cuenta de sus mentiras y de cómo manipula a la gente. Y ahora, ¿decir algo… tan obsceno delante de los niños? Inaceptable.
Continuó: «La reputación de la familia Palmer ya está por los suelos. Si no abordamos esto ahora, ¿qué será de nosotros en el futuro?».
Eleanor suspiró, sabiendo que tenía razón. «Tienes razón, Floyd. Pero como madre, no puedo quedarme de brazos cruzados mientras Norene sufre ahí fuera. Si así es como tiene que ser, entonces iré a arrodillarme con ella».
Sin esperar respuesta, Eleanor se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta.
La voz de Giovanna temblaba de preocupación. «¡Mamá!», gritó, pero Eleanor no se detuvo ni miró atrás. La decepción se reflejó en el rostro de Giovanna. ¿Era Norene la única hija que le importaba ahora?
Floyd negó con la cabeza y suspiró. «Ah… ¡Qué desgracia!».
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Giovanna se acercó y le puso una mano reconfortante en el brazo. —Abuelo, no te enfades. Todavía me tienes a mí a tu lado.
La expresión de Floyd se suavizó al mirarla. —Ojalá Norene fuera tan educada y considerada como tú —dijo con un tono de pesar en la voz.
En ese momento, Gracie regresó a casa con Cecilia y Waylon. Al acercarse a la entrada, la voz de Zaria resonó desde dentro, llena de desesperación.
«¡Te lo ruego! ¡Déjame ver a Paulina! ¡Me pondré de rodillas si es necesario!».
Los tres intercambiaron miradas inquietas antes de entrar.
«¿Zaria? ¿Qué te trae por aquí?», preguntó Gracie desde detrás de ella.
Zaria se giró rápidamente. Cuando vio que la niña que estaba junto a Gracie no era Paulina, su rostro se llenó de decepción. Forzando una sonrisa, Zaria habló sin su habitual arrogancia.
—Gracie, solo he venido a ver cómo estaba Paulina. Tus padres dicen que no está aquí.
—Así es, Paulina no está aquí —respondió Gracie con frialdad.
«Deberías irte».
Gracie entendía perfectamente por qué había aparecido Zaria. Ahora que Zaria sabía que Gavin no era su verdadero nieto, de repente se acordó de la nieta a la que había ignorado durante tanto tiempo.
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