Deja que te lleve el corazón - Capítulo 631
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Capítulo 631:
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Los ojos de Norene se llenaron de lágrimas, profundamente conmovida.
Nadie le había mostrado nunca tanta amabilidad. Antes, solo Eleanor había estado a su lado, protegiéndola con su propia ropa para evitar que pasara vergüenza y defendiéndola delante de los sirvientes.
En ese momento, Norene vio a Eleanor como una verdadera madre. —Gracias, mamá —dijo Norene en voz baja, abrazando a Eleanor.
—Mamá, tú eres la única que no me menosprecia.
—Ninguna madre menospreciaría jamás a su propia hija —respondió Eleanor.
Norene se separó del abrazo y le quitó el plato de sopa.
—Mamá, ahora deberías descansar. «Estaré bien sola», dijo.
«Está bien, pero cuando termines la sopa, asegúrate de descansar un poco. No le des más vueltas», le aconsejó Eleanor.
«Lo sé, no te preocupes, mamá», le aseguró Norene en voz baja.
Después de que Eleanor se marchara, Norene llevó el plato de sopa a su habitación. Era la primera vez que probaba una sopa tan buena.
«Mamá, a partir de ahora, no dejaré que nadie te haga daño», murmuró para sí misma.
Cuando Gracie se despertó a la mañana siguiente, se sentía como si la hubiera atropellado un camión.
Se giró hacia un lado y vio que Waylon ya se había ido.
«Ese maldito Waylon», murmuró. «Sabía que hoy teníamos que ir al día de la familia en la escuela de Cecilia y, aun así, no pudo controlarse.
Le había prometido que solo sería una vez, pero cada vez que ella estaba a punto de quedarse dormida por el cansancio, parecía que él recuperaba energías.
Parecía que cuando ella seducía a Waylon estando sobria, él se contenía.
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Cuando ella estaba borracha, quizá no respondía lo suficiente, por lo que él se echaba atrás.
Pero esta vez, parecía que se había reprimido durante demasiado tiempo y finalmente había dado rienda suelta a todos sus deseos reprimidos.
Gracie buscó el teléfono junto a la almohada y se dio cuenta de que se le acababa el tiempo para llevar a Cecilia al colegio. En cuanto se incorporó, un dolor agudo le atravesó la cintura y, cuando intentó ponerse de pie, las piernas le temblaban como gelatina. No pudo evitar maldecir a Waylon en su cabeza.
Después de prepararse, salió y vio que Waylon no estaba por ninguna parte.
—Señora Hughes, el señor Hughes tiene asuntos urgentes que atender. Me ha pedido que le diga que llegará al colegio antes de que empiece el evento familiar —le dijo Greg, y luego le abrió la puerta del coche con una reverencia.
—Señor Reed, no hace falta que me llame señora Hughes. Llámeme como solía hacerlo», dijo Gracie.
Greg respondió rápidamente: «Pero usted y el Sr. Hughes ahora están casados. Es lo correcto llamarla Sra. Hughes».
Gracie pensó para sí misma que, aunque estaban casados, aún podían divorciarse algún día. Al fin y al cabo, era un matrimonio por conveniencia.
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