Deja que te lleve el corazón - Capítulo 540
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Capítulo 540:
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Norene no se dejó engañar. Conocía demasiado bien a su padre. La única razón por la que aún no le había pedido dinero era porque no sabía dónde encontrarla.
Tenía un don para tergiversar la verdad según le convenía.
Sin decir nada más, Norene entró en la casa. Davy la siguió de cerca, con evidente impaciencia.
Echó un vistazo a la habitación destartalada y en ruinas, y le resultó imposible reunir las fuerzas para enfrentarse a los recuerdos que albergaba.
Ansioso por complacerla, sacó la única silla de la habitación.
—Siéntate, Norene —le ofreció rápidamente.
—No es necesario —respondió Norene con frialdad.
Su voz era firme, pero en sus ojos brilló un destello de desdén—. Prefiero hablar de pie.
Su elegante apariencia contrastaba con el entorno. Cada centímetro de su atuendo rezumaba riqueza, desde sus zapatos de diseño hasta su lujoso abrigo.
«A partir de ahora», comenzó con tono severo, «le dirás a cualquiera que te pregunte que soy tu hija adoptiva. Ese es el trato».
Al oír sus palabras, su padre se tensó e inmediatamente protestó. «¿Qué? ¡Eres mi hija de verdad! ¿Por qué debería decir otra cosa?».
Norene giró distraídamente el anillo de su dedo, perdiendo la paciencia por momentos.
—Davy, escúchame —dijo Norene con firmeza—. He descubierto que soy la hija perdida de Eleanor Palmer, de la familia Palmer, la más rica de Chago.
Él abrió los ojos como platos, sorprendido.
«¿La familia más rica de Chago?», espetó. «¿Hija perdida? Norene, ¿cómo te atreves a fingir ser la heredera de tal fortuna?».
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Sin decir palabra, Norene metió la mano en el bolso y sacó un montón de billetes junto con una tarjeta bancaria. «Aquí hay dos mil en efectivo», dijo, mostrándolos. «Y en esta tarjeta hay setenta mil. Haz lo que te pido y todo será tuyo».
Una chispa de codicia brilló en sus ojos, pero Davy dudó en aceptar la oferta. «¿La familia más rica de Chago?», se burló. «¿Crees que esta mísera cantidad será suficiente para mí?».
Norene no se sorprendió. Ya esperaba su codicia sin fondo.
—¿Quién ha dicho que eso es todo? —replicó Norene, con voz tranquila pero firme—. Haz lo que te digo y te garantizo una vida de comodidad y riqueza. Pero si me traicionas y se descubre la verdad, no te traerá más que problemas. ¿Lo entiendes?
Al oír esta respuesta satisfactoria, Davy asintió rápidamente.
«No te preocupes», dijo. «Sé exactamente qué hacer».
Al día siguiente, Nathaniel llegó a la casa de Davy. Sus agudos ojos observaron el entorno ruinoso y una leve sonrisa burlona se dibujó en la comisura de sus labios.
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