Deja que te lleve el corazón - Capítulo 539
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 539:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
—Bueno… —Nathaniel se detuvo, sin saber cómo continuar.
La mirada de Floyd se endureció al ver la vacilación de Nathaniel. Con voz exigente, dijo: —Estás dando largas a un asunto tan sencillo. Quiero un informe completo sobre Norene para mañana.
—¿Para mañana? —El estrés de Nathaniel era evidente.
—¿Qué? ¿Va a ser un problema?
—No, abuelo. Lo tendré listo para mañana.
Norene, que escuchaba desde fuera, frunció el ceño con preocupación.
A pesar de la gran fiesta de bienvenida, seguían sospechando de ella.
Hoy había estado a punto de ser descubierta. Parecía que esa noche sería necesario hablar con su supuesto padre adoptivo, que en realidad era su verdadero padre.
Las calles del barrio marginal estaban abarrotadas y llenas de baches, cubiertas de basura y escombros apilados al azar.
Varios perros callejeros hurgaban en los montones de basura en busca de restos para comer.
A su alrededor se alzaban viejos edificios de ladrillo, con las paredes manchadas y desconchadas.
Las ventanas rotas estaban tapadas con cartones a modo de reparaciones improvisadas.
Por encima, los cables eléctricos se entrecruzaban como una telaraña desordenada.
Al entrar en el barrio con su ropa de diseño, Norene regresó a la casa de su infancia y encontró a su padre inconsciente en el suelo, borracho.
Un repentino chorro de agua helada despertó a Davy Bailey, el padre de Norene, que yacía tendido en el suelo. «¡Te lo juro, no tengo dinero! ¡Dame un poco más de tiempo!», suplicó con voz temblorosa.
Sigue la lectura en ɴσνє𝓁α𝓼𝟜ƒα𝓷.𝒸𝑜𝑚
La desesperación en su tono le dijo a Norene todo lo que necesitaba saber: estaba endeudado.
Cuando sus ojos nublados se enfocaron en Norene, un destello de reconocimiento pasó por su rostro y toda su actitud cambió.
«Vaya, mira quién es», dijo Davy con sarcasmo. «Norene, la desagradecida traidora. ¿Tienes el descaro de aparecer aquí otra vez? Viviendo a lo grande mientras me dejas pudrirme».
El viento aullaba con fuerza, cortando el aire. El hombre, todavía empapado por las salpicaduras, temblaba incontrolablemente por el frío intenso.
Norene se mantuvo firme, ya no era la chica tímida que antes se encogía ante su padre. Su expresión era ahora fría, inflexible e indescifrable.
Se quedó de pie frente a él, mirándolo con expresión impenetrable. «He venido a darte dinero», dijo con sencillez.
Al oír sus palabras, una luz codiciosa brilló en los ojos de su padre. —Mi querida hija —dijo Davy con entusiasmo—. ¿De verdad has venido a darme dinero?
—Sí, pero hay una condición —advirtió Norene con tono firme.
—¡No hay problema! —exclamó él sin dudar—. Una condición, diez, veinte… lo que digas, lo aceptaré todo.
.
.
.