Deja que te lleve el corazón - Capítulo 494
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Capítulo 494:
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Lorenzo estuvo de acuerdo con ella y no preguntó más.
Zaria estaba hirviendo de rabia por dentro. Se frotó la espalda dolorida, atreviéndose solo a maldecir en su mente. Forzando una sonrisa, dijo: «Lorenzo, mientras tú y la señorita Palmer sean felices, un poco de sufrimiento para mí no importa».
Antes de que Lorenzo pudiera responder, la voz de Norene se interpuso, fría y cortante. «Una vez que nos divorciemos, ya no tendrás que aguantar esto».
Zaria se quedó desconcertada por sus palabras y rápidamente se retractó. «No, no, no me malinterpretes. Me he expresado mal. Lo que quería decir era… mientras vosotros dos seáis felices, haré lo que sea necesario».
Eso fue suficiente para que Norene sonriera con aire de suficiencia. «Lorenzo, vámonos. Tengo que recoger unos trajes».
Después de que se marcharan, Zaria tiró el trapo al suelo con frustración.
«¡Esa zorra! ¡Si no fuera por su maldito estatus, no dejaría que me tratara así!».
La sala de esgrima de la residencia Hughes estaba bañada por una cálida luz solar, y la brillante punta del sable cortaba el aire inmóvil como un rayo irregular.
Waylon se mantenía erguido y sereno en el centro de la pista, con la mirada fija en su oponente. Sus pasos eran ligeros pero decididos, se movía con precisión, reaccionando a cada movimiento de su oponente, como si pudiera anticipar su siguiente jugada.
La punta de su sable rozó el suelo con un sonido seco. Sin previo aviso, Waylon se lanzó hacia delante, rápido y directo, con el sable apuntando perfectamente a su oponente. Sus movimientos eran fluidos y fuertes, cada golpe de su sable cortaba el aire y el viento seguía la trayectoria de sus golpes.
El oponente intentó contraatacar, pero el estilo de Waylon era fluido, su defensa impecable, y rápidamente le dio la vuelta a la situación con facilidad.
El sudor le perlaba la frente, pero su expresión seguía serena y concentrada, sin mostrar signos de fatiga. Finalmente, tras una serie de movimientos precisos, el sable de Waylon se detuvo en la garganta de su oponente, y el combate terminó en un instante.
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Con un movimiento fluido, enfundó su sable. Desde un lado, Gracie observaba, cautivada por la demostración de habilidad.
No fue hasta que terminó el combate que volvió a la realidad y aplaudió con admiración. «¡Waylon, ha sido increíble! ¡Eres increíble!».
Waylon la miró con una breve expresión neutra, aunque una pequeña sensación de orgullo brilló en sus ojos.
Gracie, siempre atenta, cogió una toalla y se acercó a él. Se puso de puntillas y le secó el sudor de la frente con suaves y cuidadosos movimientos.
Un aroma fresco llegó hasta Waylon, desviando brevemente su atención del momento.
—Waylon, ¿por qué no me enseñas esgrima?
Waylon la miró, levantando las cejas. —¿Yo? ¿Enseñarte?
Gracie asintió con entusiasmo.
—Eres demasiado torpe. Olvídalo.
Sus palabras fueron contundentes y desinflaron al instante su entusiasmo.
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