Deja que te lleve el corazón - Capítulo 476
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Capítulo 476:
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«El Sr. Hughes le regala a la Srta. Palmer un Ferrari 250 GTO».
«Un par de pulseras de jade muy raras».
«Un jet privado».
«Una villa junto al mar».
«Un yate de lujo».
«Una corona de princesa».
«Una isla privada».
«Un preciado caballo Akhal-Teke».
«Un par de perlas del Mar del Sur».
«Un centro comercial en el centro de la ciudad».
Cada anuncio provocaba ondas de asombro entre la multitud.
«El Sr. Hughes es realmente extravagante, ¡cada uno de estos regalos vale más que el trabajo de toda una vida!».
«¡Está claro que tiene a la Srta. Palmer en muy alta estima!».
«¡Esto es inimaginable!».
Gracie se encontraba en medio de los murmullos, con el corazón hundido por la decepción. El simple título de «Ada» había transformado a Waylon en un hombre tan generoso, a pesar de que esta mujer había hecho tantas cosas en el pasado que le habían disgustado.
Para Norene, la conmoción era casi insoportable. Nunca había imaginado recibir regalos como estos, cada uno más extravagante que el anterior. Nunca había presenciado un espectáculo así en su vida.
De pie a su lado, Giovanna hervía de envidia. ¿Por qué Norene, una simple chica de campo, tenía toda la atención de Waylon? ¿Cómo podía alguien tan poco merecedor ser colmado con tales riquezas?
Pero Eleanor, de pie a un lado, con los brazos cruzados, observaba la escena con una sonrisa de satisfacción.
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Waylon se acercó lentamente a Norene, con pasos deliberados. Cuanto más se acercaba, más se aceleraba el corazón de Norene por la expectación. —¿Te gustan los regalos? —le preguntó.
Era la primera vez que le hablaba con tanta amabilidad.
Norene se sorprendió por la amabilidad de su tono. No había imaginado que formar parte de la familia Palmer le reportaría un cambio tan increíble en su suerte. Si hubiera sabido que llegaría a esto, no habría elegido a Lorenzo como marido. —Gracias, señor Hughes. Me encantan sus regalos.
—Mientras seas feliz —respondió Waylon.
Nathaniel, que observaba todo con los ojos muy abiertos, se acercó rápidamente a Norene. Le susurró: —Ada, el señor Hughes nunca ha sido tan generoso con nadie. Esto demuestra lo mucho que significas para él.
Los labios de Norene esbozaron una suave sonrisa al oír sus palabras.
Cerca de allí, Giovanna apretó los puños. —Ada, ya que hoy es tu fiesta de bienvenida, ¿por qué no tocas algo al piano para todos?
Norene estaba a punto de negarse educadamente, pero Giovanna se apresuró a añadir: —He oído que empezaste a aprender piano a los tres años y que tienes mucho talento. Seguro que al señor Hughes le encantaría volver a oírte tocar, ¿verdad, señor Hughes?
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