Deja que te lleve el corazón - Capítulo 475
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Capítulo 475:
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Norene abrió la boca para explicarse, pero Floyd la interrumpió y se dirigió a los invitados.
«Esta noche no nos reunimos solo para celebrar, sino para conmemorar el regreso de mi nieta. Hace veinte años, el destino nos la arrebató, dejando nuestros corazones llenos de dolor. Pero esta noche, veinte largos años después, por fin dejamos atrás esa oscuridad. Su regreso llena de alegría a esta familia y restaura nuestro círculo roto. Así que levantemos nuestras copas por su regreso a casa, por nuestro reencuentro y por los días más brillantes que nos esperan».
Las copas tintinearon y estallaron los vítores a su alrededor. De pie bajo los implacables focos, Norene deseó que el mundo se acabara.
Gracie observaba la escena desde lejos, sacudiendo ligeramente la cabeza.
«Norene, quizá creas que has entrado en un cuento de hadas, ¡pero estás pisando arena movediza!», pensó en silencio.
Por cierto, ¿no estaba Waylon eufórico cuando se enteró de que habían encontrado a Ada? ¿Dónde estaba ahora?
Sus agudos ojos recorrieron la sala, pero no había ni rastro de él.
Si Waylon se daba cuenta de que Norene era la Ada por la que había estado suspirando todos estos años, ¿cómo reaccionaría? Justo cuando su mente se aceleraba, una voz fuerte en la entrada anunció: «¡Ha llegado el Sr. Waylon Hughes!».
La atención de la multitud se desplazó y todas las miradas se dirigieron hacia la entrada.
Waylon entró, con cada uno de sus movimientos inspirando respeto. Los invitados se apartaron instintivamente, dejándole paso.
Al oír su nombre, Norene sintió un nudo en el estómago. El miedo le recorrió la espalda.
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Waylon finalmente llegó hasta Floyd y le saludó con una cortés inclinación de cabeza.
—Sr. Palmer, le pido disculpas por el retraso. Quería asegurarme de que el regalo para Ada fuera perfecto antes de llegar.
El rostro severo de Floyd se suavizó en una sonrisa.
—No hay por qué disculparse, Waylon. Parece que nuestras familias, los Palmer y los Hughes, están destinadas a estar unidas. Hablando de eso, aquí está ella.
La mirada penetrante de Waylon se posó en Norene y, en un instante, su cuerpo se tensó.
¿Podría Waylon haber descubierto quién era ella en realidad? Frunció ligeramente el ceño y una sombra de duda se dibujó en su rostro.
Al percibir la confusión de Waylon, Nathaniel dio un paso al frente.
«Sr. Hughes, no hay por qué preocuparse. Una prueba de paternidad lo ha confirmado: es Ada, sin lugar a dudas».
Al oír la revelación de Nathaniel de que ya se había realizado una prueba de paternidad, Floyd asintió con la cabeza.
Waylon no tuvo más remedio que aceptar la verdad: Norene era Ada.
El tiempo parecía alargarse, arrastrándose como la melaza, y la inquietud de Norene crecía con cada segundo que pasaba.
El brillo frío de la máscara de Waylon relucía bajo las luces.
De repente, el ceño fruncido de Waylon se desvaneció. Un fuerte aplauso rompió el silencio y una fila de guardaespaldas, cada uno con una bandeja roja, entró en la sala. Cada bandeja contenía un regalo.
«Estos son mis regalos para dar la bienvenida a Ada», anunció Waylon.
Uno por uno, los guardaespaldas comenzaron a anunciar los tesoros que llevaban.
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