Deja que te lleve el corazón - Capítulo 466
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Capítulo 466:
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Eleanor entró en la habitación, equilibrando una bandeja de fruta, con evidente irritación. Lanzó una mirada afilada a Nathaniel y dijo: «Esta es la tercera persona este mes que se hace pasar por Ada. ¿Por qué no los echas?».
Al ver su incredulidad, la desesperación de Nathaniel aumentó. «Abuelo, mamá, ¡esta vez lo digo en serio! Mirad, aquí tenéis la prueba si no me creéis», suplicó.
Nathaniel metió la mano en el bolsillo y sacó un colgante en forma de vieira. Levantándolo, añadió: «Aquí está, es de Ada».
Floyd, apoyándose pesadamente en su bastón, se levantó lentamente del sofá. Entrecerró los ojos y preguntó: «¿Dónde has conseguido eso?». Su voz era firme, pero había un tono de sospecha.
Las manos de Eleanor temblaban y la bandeja de fruta se le resbaló de las manos, esparciendo la fruta por el suelo. Se quedó paralizada, atrapada entre la esperanza y el miedo. Ver el collar era como un sueño que no quería que terminara.
Después de un momento que pareció eterno, Eleanor se obligó a moverse. Sus pasos eran lentos y sus piernas temblaban como si fueran a fallarle.
Cuando sus dedos finalmente tocaron el frío metal del colgante, volvió a la realidad. No era un sueño, era real.
«Esto… esto es el collar que le di a Ada», susurró Eleanor. Su voz se quebró mientras apretaba el colgante contra su pecho. Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro mientras miraba a Nathaniel. «¿Dónde está? ¿Dónde está mi Ada?».
Nathaniel dio un paso hacia él, sosteniendo el informe frente a él. «Abuelo, mamá, por favor, no se alteren todavía. Tienen que ver esto», dijo con tono tranquilo pero firme.
Extendió el sobre que contenía los resultados de la prueba de paternidad.
Floyd lo arrebató sin dudarlo, con los dedos temblorosos mientras se apresuraba a sacar los papeles. Eleanor, que estaba cerca, se inclinó hacia delante, incapaz de ocultar su impaciencia.
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«He utilizado el pelo de mamá y el de Ada para esta prueba», explicó Nathaniel con voz firme y llena de convicción. «No hay ningún error».
Floyd y Eleanor examinaron los resultados. Les temblaban ligeramente las manos mientras procesaban lo que estaban viendo.
Las emociones de Eleanor se desbordaron. Rompió a llorar de alegría, con lágrimas corriendo libremente por sus mejillas.
Floyd respiró hondo, recuperando la compostura tras el impacto inicial. Miró a Nathaniel con atención y le preguntó: «Nathaniel, dinos, ¿dónde está Ada ahora?».
«Está esperando fuera», respondió Nathaniel. «Abuelo, mamá, quizá deberían tomarse un momento para calmarse primero. No quiero que se sienta incómoda».
«Tienes razón»,
respondió Eleanor, secándose las lágrimas con un pañuelo. «No podemos arriesgarnos a asustar a mi querida Ada». Respiró profundamente varias veces y recuperó la compostura. Solo entonces Nathaniel salió de la habitación. Poco después regresó, esta vez acompañado de Giovanna y Norene.
Los ojos de Norene recorrieron la habitación, fijándose en cada detalle. El lujo de la mansión la dejó boquiabierta. Era mucho más grandiosa de lo que jamás había imaginado.
Sus pensamientos se centraban en la prueba de ADN. Estaba ansiosa por conocer el resultado, pero ocultaba cuidadosamente sus emociones. Se recordó a sí misma que debía actuar con cautela. Tratar con estas personas requería mucho cuidado.
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