Deja que te lleve el corazón - Capítulo 454
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Capítulo 454:
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«Disculpe, ¿podría mostrarme su pieza más fina?», preguntó.
«Por supuesto, señora. Sígame, por favor», respondió el empleado.
El empleado condujo a Gracie hasta una de las vitrinas, con Giovanna y Nathaniel siguiéndoles de cerca.
Dentro de la vitrina, un conjunto de joyas brillaba bajo la suave iluminación, llamando inmediatamente la atención.
El elegante collar, engastado con brillantes diamantes y perlas relucientes, parecía aún más refinado sobre el fondo de terciopelo.
Junto al collar, había un anillo con una gema azul, cuyo diseño revelaba la excepcional habilidad del joyero en cada detalle.
Los pendientes y las pulseras destacaban por su belleza distintiva, reflejando diversos estilos y personalidades.
—¿Podría sacarme esa pulsera de jade? —preguntó Gracie.
El empleado intercambió una mirada cómplice con Giovanna antes de sacar con cuidado la pulsera de jade de la vitrina.
Giovanna sonrió con desdén, curvando los labios en una mueca de desprecio. Murmuró entre dientes: «Qué idiota».
Cuando el empleado se dispuso a entregarle la pulsera de jade directamente a Gracie, ella lo detuvo de inmediato. «Me han entendido mal. Me refería a que, aparte de la pulsera de jade, quiero todo lo demás que hay en esta vitrina».
Las palabras de Gracie dejaron atónitos a todos los que la rodeaban.
El personal también se quedó desconcertado, con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
Un breve destello de culpa cruzó sus rostros: ¿se había dado cuenta de que la pulsera de jade era falsa?
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El ruido pronto llamó la atención de otros invitados, que comenzaron a reunirse a su alrededor.
«¿Qué acaba de decir? ¿Quiere comprar todo lo que hay en esa vitrina? Las joyas que hay ahí valen una pequeña fortuna, al menos cien millones».
Los rostros de Giovanna y Nathaniel se pusieron serios de inmediato.
—Gracie, no tientes a la suerte —dijo Giovanna con dureza.
Gracie se apresuró a fingir preocupación—. Oh, lo siento, señorita Palmer. Usted dijo que podía elegir cualquier cosa, y yo simplemente la tomé al pie de la letra.
Al ver que la atención de la multitud se centraba en ella, Giovanna apretó los dientes con frustración.
—Pensé que si se disculpaba, solo estas piezas estarían a la altura del estatus de la familia Palmer. Es culpa mía por no darme cuenta de que quizá no tuvieran suficiente dinero —continuó Gracie.
Su indirecta sobre sus finanzas enfureció al instante a Nathaniel.
—¿Quién dice que no podemos permitírnoslo? Cárguelo a la tarjeta.
Nathaniel sacó su tarjeta bancaria, que el empleado aceptó con cuidado antes de dirigirse hacia el pasillo trasero.
Gracie aplaudió y se rió. —Sr. Palmer, es usted muy generoso. Estaba a punto de decirle que había cambiado de opinión. Creo que con la pulsera de jade sería suficiente, pero no esperaba que pagara tan rápido.
La expresión de Nathaniel se volvió sombría.
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