Deja que te lleve el corazón - Capítulo 452
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Capítulo 452:
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«Lo que sea por ti, eres mi hermana».
Más tarde, en otra villa, Greg se acercó a Waylon y le dijo: «Sr. Hughes, Nathaniel desea invitarles a usted y a la Srta. Jones a una exposición de joyas. Tiene intención de ofrecerle una disculpa personal a la Srta. Jones allí».
Gracie entró en la villa y Waylon le transmitió la noticia sin demora.
«Nathaniel dice que quiere disculparse contigo en persona. ¿Estás dispuesta a reunirte con él?».
Gracie arqueó una ceja, intrigada.
—¿No se negó a disculparse antes? ¿Qué le ha hecho cambiar de opinión tan de repente?
—Quizá se ha asustado y ha decidido pensárselo dos veces —respondió Waylon, con el rostro ligeramente ensombrecido.
Aunque tenía el principio de no hacer daño a nadie de la familia Palmer, lidiar con alguien menos importante estaba dentro de sus posibilidades.
Gracie abrió los ojos con alarma. —Waylon, ¿le has hecho algo, o a alguien cercano a él?
Waylon no se molestó en negarlo.
Gracie sintió un suave calor extenderse por su pecho. Waylon podía ser despiadado a veces, pero siempre la trataba con un cuidado extraordinario.
—Está bien, iré —dijo con voz firme.
La sala de exposiciones se extendía como un gran palacio, bañada por una luz brillante.
La feria de joyas resplandecía con un aire lujoso.
En elegantes expositores, una gran variedad de piezas exquisitas brillaban bajo la intensa iluminación, cada una deslumbrante a su manera.
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Collares de diamantes, pendientes de rubíes, pulseras de esmeraldas y anillos de zafiros, todos ellos elaborados con una habilidad impresionante.
Los invitados, vestidos de gala, deambulaban entre los expositores. Algunos se detenían para admirar los brillantes tesoros, otros intercambiaban comentarios en voz baja, mientras que unos pocos conversaban con los asesores de joyería.
El lugar irradiaba una atmósfera de sofisticación y grandeza.
Mientras Gracie se preparaba para entrar en la sala de exposiciones, con el brazo entrelazado con el de Waylon, el teléfono de este vibró.
—¿Qué pasa? —preguntó con tono severo, mientras su expresión se ensombrecía tras la máscara. Se alejó unos pasos para contestar la llamada.
Un momento después, regresó con un aire notablemente más frío.
—Waylon, ¿ha pasado algo? —preguntó Gracie, con preocupación en los ojos.
—No es nada —respondió él secamente.
«Entremos».
Al percibir su inquietud, Gracie se detuvo y sugirió con delicadeza: «Waylon, si es algo urgente, ve a ocuparte de ello. Yo estaré bien aquí sola».
Waylon frunció el ceño mientras dudaba, claramente reacio a dejar a Gracie sola en ese lugar.
Pero la llamada que acababa de recibir exigía su atención.
—Está bien —dijo después de un momento—. Iré a buscarte en cuanto termine. Y trata de no meterte en más problemas.
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