Deja que te lleve el corazón - Capítulo 434
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Capítulo 434:
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Greg había pasado horas ayudando a Waylon a elegir las flores perfectas para alegrarle el día a Gracie. Pero, en el último momento, Waylon se había echado atrás.
De alguna manera, Greg se había quedado con una novia imaginaria.
¿En qué situación tan ridícula se había metido?
No muy lejos, Norene los seguía, tomando fotos del drama que se desarrollaba con su cámara.
Greg ya se había subido al coche, así que ella no lo vio.
Cuando Gracie se deslizó en el asiento del copiloto, el ambiente cambió. Un silencio pesado se instaló entre ellos.
Le vino a la mente el recuerdo de su última cena en el Skyline Steakhouse. El dueño le había traído flores y un pastel, y ella había creído que Waylon estaba detrás de todo eso.
Este momento le resultaba inquietantemente similar, casi como otro malentendido. Pero ahora lo sabía mejor, ¿no? Waylon no estaba interesado en ella. ¿Por qué iba a molestarse en enviarle flores?
Gracie miró por la ventana, recordándose en silencio que no debía hacerse ilusiones.
Al notar el estado de ánimo apagado de Gracie, Waylon decidió romper el silencio con una sugerencia informal.
—Este fin de semana, el Sr. Palmer vuelve de Chago —comenzó—. La familia Palmer va a dar una cena y creo que deberías venir conmigo.
Gracie dudó, con tono inseguro. —¿Una cena familiar en casa de los Palmer? No sé si es apropiado que vaya. No soy de la familia.
No le costó mucho darse cuenta de que Giovanna no estaría nada contenta con su presencia.
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—El señor Palmer tiene muy buena opinión de ti —le explicó Waylon—. Incluso me pidió que te invitara. Pero si no quieres verlo, podemos olvidarlo. Tú decides.
Gracie lo pensó un momento y luego asintió con la cabeza. —Está bien, iré.
En la sede del Grupo Hughes, el tiempo libre de Martha había llegado a su fin.
Al volver al trabajo, se encontró con una noticia sorprendente: Gracie había sido ascendida a vicepresidenta.
Ansiosa por felicitarla, Martha entró en la oficina de Gracie con una amplia sonrisa.
—Enhorabuena, señorita Jones, por convertirse en vicepresidenta del Grupo Hughes. Siempre supe que lo conseguiría —dijo Martha con calidez.
Abrazó a Gracie, que le respondió con la misma sinceridad y volvió a centrar la atención en ella.
—Me alegro mucho por ti, Martha. Brindemos por los nuevos comienzos. Y, por favor, llámame Gracie —dijo con una sonrisa.
Martha se rió entre dientes. —De acuerdo, Gracie. Ahora tienes que contarme qué ha pasado aquí mientras no estaba.
Gracie estaba a punto de sumergirse en su historia cuando unos golpes en la puerta la interrumpieron.
—Adelante —gritó.
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