Deja que te lleve el corazón - Capítulo 426
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Capítulo 426:
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Cogió el teléfono y marcó un número. Su voz sonó fría cuando ordenó:
—Vengan aquí los dos.
Al poco rato, Greg y Luna llegaron a la villa.
—Señor Hughes, ¿qué necesita? —preguntaron.
Waylon tamborileó con los dedos sobre la mesa y preguntó: —¿Qué es lo que suele molestar a las mujeres?
Greg y Luna se miraron. ¿Se refería a Gracie? Luna pensó por un momento antes de responder: —Quizás sea porque la persona que les importa no volvió a casa anoche.
Waylon miró a Luna y luego dirigió su atención a Greg, esperando una respuesta.
Greg sonrió y asintió. —Sí, señor Hughes. Por ejemplo, si usted no hubiera vuelto a la villa anoche, la señorita Jones se habría preocupado mucho. Y si no le hubiera dado una explicación, no es de extrañar que se enfadara.
Waylon frunció el ceño, sumido en sus pensamientos.
Sentía que era él quien tenía motivos para estar molesto.
—Entonces, ¿qué puede hacer un hombre para hacer feliz a una mujer? —preguntó.
Greg y Luna intercambiaron miradas cómplices, ambos secretamente divertidos. Luna tomó la palabra. —Sr. Hughes, a las mujeres les encantan los gestos románticos, cosas como flores o una cena a la luz de las velas.
Waylon volvió a mirar a Greg, incitándolo a hablar.
Greg añadió rápidamente: «Sr. Hughes, no tengo mucha experiencia en relaciones, así que no estoy seguro de lo que funciona. ¿Quizás podría probar la idea de Luna?».
Cuando Waylon entró en el dormitorio, vio que Gracie ya estaba dormida. Se movió en silencio para no despertarla.
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Pero justo en ese momento, el estómago de Gracie rugió con fuerza, haciéndola sonrojar de vergüenza mientras fingía seguir dormida. Al cabo de un rato, al oír su respiración constante, Gracie abrió lentamente los ojos.
Levantó suavemente la manta, se puso una chaqueta y se acercó sigilosamente a la puerta, con cuidado de no despertar a Waylon.
Al salir, cerró la puerta en silencio. Una vez en el pasillo, se dirigió directamente a la nevera en busca de algo para comer.
«¿Por qué no hay nada para picar?», murmuró.
De repente, una voz habló a su lado. «¿Es esto lo que estás buscando?».
«¡Exacto! ¡Gracias!».
Gracie se dispuso a coger los aperitivos, pero de repente se detuvo, atónita.
Al darse la vuelta con cuidado, su corazón se aceleró.
Waylon estaba allí, con un brillo pícaro en los ojos.
—¿Waylon? ¿Ya te has despertado?
Waylon no se molestó en responderle. En lugar de eso, rebuscó en la nevera y sacó algunos ingredientes básicos.
Le tendió un delantal y dijo: «Échame una mano con esto».
«Oh».
Aún tratando de procesar lo que estaba pasando, Gracie siguió en silencio sus instrucciones.
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