Deja que te lleve el corazón - Capítulo 398
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Capítulo 398:
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«Lo siento, Gracie, me he dejado llevar por las emociones», dijo en voz baja.
«No pasa nada, Martha. Si necesitas algo, solo tienes que pedirlo», respondió Gracie con delicadeza.
Martha asintió con la cabeza. «De hecho, hay algo en lo que me vendría bien tu ayuda».
En una cafetería, Gracie se sentó frente a una joven muy animada. La mujer, confundiendo a Gracie con Martha, habló primero. «¿Eres Martha?».
Gracie no respondió inmediatamente. Dio un sorbo lento a su café.
«¿Qué te haría divorciarte de tu marido?», preguntó la mujer.
«Esa es una pregunta bastante atrevida para una rompehogares como tú», respondió Gracie, levantando una ceja.
La mujer pareció desconcertada por la tranquila respuesta de Gracie.
«Estoy embarazada de tu marido», añadió con audacia.
«¿Te has hecho una prueba de paternidad?», preguntó Gracie sin perder el ritmo.
La joven, claramente preparada, sacó inmediatamente el resultado de la prueba de su bolso y se lo entregó a Gracie. Gracie tomó el informe en silencio.
Frunció el ceño mientras examinaba los resultados.
Parecía que la mujer decía la verdad.
Martha se quedaría devastada si se enterara.
La mujer, claramente satisfecha de sí misma, dijo: «Si no me crees, siempre podemos hacer otra prueba de paternidad».
«No es necesario. Tú y ese imbécil son perfectos el uno para el otro», respondió Gracie con frialdad.
Después de salir de la cafetería, Gracie vio a Martha sola en una esquina cercana.
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«Esa mujer es joven y guapa, ¿verdad?», preguntó Martha. No tenía fuerzas para enfrentarse a la mujer que amenazaba su matrimonio, así que le pidió a Gracie que lo hiciera por ella.
«Puede que sea joven, pero no tiene tu encanto, Martha», respondió Gracie.
Martha desprendía madurez, elegancia y magnetismo. La mujer que Gracie acababa de conocer, en cambio, solo destacaba por su juventud y su aspecto.
Martha esbozó una sonrisa amarga y preguntó: «Gracie, ¿estoy horrible? Aunque mi marido me ha sido infiel, sigo queriendo estar con él. ¿Eso me convierte en una loca?».
Gracie se detuvo, sin saber cómo responder. Le sorprendía ver a Martha, siempre tan serena y exitosa en su carrera, mostrar tanta vulnerabilidad en lo que se refería al amor.
«Lo entiendo. Es que lo quieres demasiado», dijo Gracie con un suspiro. Ella misma había pasado por lo mismo. Al fin y al cabo, fue Lorenzo quien la rescató cuando la secuestraron de niña.
Siempre le había estado agradecida. Si solo le hubiera sido infiel, quizá habría podido perdonarlo. Pero fue demasiado lejos al provocar la muerte de su querida hija.
—Gracie, necesito tomarme unos días libres. ¿Puedes encargarte del negocio por mí? —preguntó Martha.
—Por supuesto, Martha. No te preocupes por nada. Yo me encargaré de todo —le aseguró Gracie.
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