Deja que te lleve el corazón - Capítulo 390
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Capítulo 390:
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Lorenzo, sosteniendo a su hijo, hizo una mueca de dolor, pero accedió: «Está bien».
Entregaron rápidamente la escritura y se apresuraron a ir al hospital.
Una vez allí, Norene preguntó con ansiedad: «Zaria, ¿había cacahuetes triturados en esa barra de pan?».
A la defensiva, pero arrepentida, Zaria respondió: «No sabía que era alérgico. Tampoco es que tú lo estuvieras vigilando».
El médico los regañó: «Como padres, es fundamental estar atentos. ¿No sabían que su hijo era alérgico al cacahuete? Han tenido suerte de actuar con rapidez; de lo contrario, el desenlace podría haber sido fatal».
«Hemos aprendido la lección, doctor. No volverá a ocurrir», se disculpó Lorenzo con una sonrisa forzada.
En otro lugar, fuera del cine, Gracie estaba de pie con dos entradas en la mano, preguntándose si Waylon aparecería.
Antes le había invitado, pero seguía sin estar segura de que fuera a aparecer.
Sentado en un coche cercano, Greg expresó su preocupación: «Sr. Hughes, dado que los lugares oscuros y concurridos le inquietan, ¿no sería más fácil ser sincero con la Srta. Jones?».
Waylon, que tenía una aversión de toda la vida a ese tipo de ambientes, respondió con calma: «No pasa nada. De todos modos, hace mucho que no piso un cine».
Gracie estaba junto a la puerta, esperando a Waylon, cuando sonó su teléfono. Era Lorenzo.
Si su suposición era correcta, debía de ser para hablar de renunciar a la custodia de su hija.
Contestó la llamada.
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—Gracie, ha surgido algo y puede que no pueda recoger a Paulina —dijo Lorenzo, tal y como ella esperaba.
—De acuerdo, entendido —respondió Gracie con voz plana, dispuesta a colgar.
Pero entonces vio a Waylon caminando hacia ella.
—¡Por aquí! —le gritó, haciendo un gesto con la mano.
Esperó a que se acercara antes de hablar, con un tono de voz teñido de una falsa ira. —¡Llevo más de media hora esperando! ¡Creía que no ibas a aparecer!
Solo entonces se dio cuenta de que no había colgado el teléfono.
Lorenzo se quedó preguntándose con quién había estado hablando Gracie, pero para entonces ella ya había terminado la llamada.
¿Con quién había estado hablando? ¿Era ese gigoló otra vez? ¿O era su tío, Waylon?
Lorenzo no recordaba que ella le hubiera hablado así nunca. La Gracie que él conocía siempre había sido fría, como un robot, nunca coqueta, nunca se quejaba, nunca intentaba ganarse su favor.
Pero también tenía que admitir que siempre había sido considerada y amable, y que él se había acostumbrado a su naturaleza cariñosa. Siempre había pensado que todo lo que Gracie hacía por él era parte del trato.
Pero desde el divorcio, su vida había dado un vuelco.
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