Deja que te lleve el corazón - Capítulo 335
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Capítulo 335:
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El tono de Gracie se volvió más agudo con cada palabra, cada una de ellas más hiriente.
La multitud, incapaz de permanecer en silencio, estalló en indignación.
«¿Cómo puede alguien ser tan despiadado?», gritó una persona.
«¿Acaso las vidas de los ricos valen más que las nuestras? Esto es repugnante», añadió otra con amargura.
En medio del caos, una mujer que había estado retransmitiendo el incidente en directo miró su pantalla con incredulidad mientras el número de espectadores se disparaba.
«¡Dios mío, más de diez mil personas están viendo mi transmisión en vivo!», exclamó la mujer, sin poder contener su emoción. «Nunca había tenido tantos espectadores. ¡Por fin me están prestando atención!».
La pantalla de su teléfono se inundó de comentarios, la mayoría insultos dirigidos directamente a Gracie.
Una persona escribió: «Algunas personas son feas por fuera y otras por dentro. Ella tiene ambas cosas».
Otro añadió: «Tengo un machete a mano. ¡Ojalá pudiera encargarme de esa basura ahora mismo!».
«No te preocupes, te apoyamos. Te apoyaremos hasta el final», respondió otra persona, animándola.
Otra persona comentó: «Maldita sea, no puedo más. Pongamos todos un dólar. Eso debería bastar para pagar la operación, ¿no?».
Gracie observó cómo más personas seguían entregando dinero a la mujer, pero seguía pensando que no era suficiente.
«Es patético, sinceramente», murmuró. «Si quieren jugar a los héroes, que la ayuden ellos. Yo he terminado aquí».
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Justo cuando Gracie se disponía a marcharse, la mujer se arrodilló, sosteniendo a su hija. «Iré gateando», dijo con voz llena de determinación.
La mujer se arrodilló, con voz llena de desesperación. «Por favor, no se vaya. Le ruego que salve a mi hija. Ella lo es todo para mí. ¿Cómo podría importarme mi orgullo en un momento como este? Si puedes salvarla, incluso estaría dispuesta a morir por ti».
Su voz temblaba mientras continuaba: «Te lo suplico. Me inclinaré ante ti si es necesario».
Gracie se dio la vuelta.
Mientras observaba a la mujer golpear repetidamente su frente contra el suelo, con la cara casi cubierta de sangre, Gracie sintió una punzada de compasión. No pudo seguir burlándose de ella.
Pero Gracie sabía la verdad: si no actuaba, ¿cómo podría la mujer reunir ochenta mil dólares tan rápido?
Con los costes adicionales del tratamiento posterior y la hospitalización, probablemente sería mucho más que eso.
La mujer abrazó con fuerza a su hija. La niña, con voz suave, dijo: «Mamá, ya me siento mucho mejor. Por favor, suéltame. Quiero arrodillarme contigo».
Con un solo brazo, a la mujer le costaba sostener a la niña, pero no podía soportar que su hija enferma sufriera.
La expresión de Gracie se volvió impaciente. —Solo es un tumor cerebral. No es tan frágil. Si quiere arrodillarse, déjala.
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