Deja que te lleve el corazón - Capítulo 270
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Capítulo 270:
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Gracie, curiosa, se inclinó hacia Greg y le preguntó: «¿Qué ha pasado antes?».
Greg dudó un momento y luego le explicó: «Señorita Jones, en cuanto el señor Hughes se enteró de que estaba en el Paradise Club, se apresuró a venir. Ni siquiera se detuvo a cenar. Pero cuando se marchó, no parecía muy contento».
Con la explicación de Greg, Gracie lo entendió todo. ¿Podría ser que Waylon los hubiera visto a ella y a Lorenzo besándose a la fuerza y se hubiera puesto celoso?
Había malinterpretado completamente la situación.
Después de dar las gracias a Greg, Gracie corrió rápidamente tras Waylon.
«¡Waylon, espera!», gritó.
Lo alcanzó y comenzó a explicarle: «Waylon, lo has entendido mal. Lorenzo y yo…».
Antes de que pudiera terminar, Waylon se detuvo bruscamente.
Su tono era frío cuando dijo: «Lo que haya entre tú y él no me incumbe. No te preocupes, no me interesas».
Gracie se quedó paralizada, atónita por sus duras palabras.
«Waylon, ¿de verdad sientes eso?», preguntó en voz baja.
Hubo una breve pausa antes de que él respondiera: «Por supuesto».
Gracie sintió que se le oprimía el pecho mientras se quedaba allí, viéndolo alejarse sin mirar atrás.
Después de todo lo que habían pasado juntos, ¿aún no había conseguido llegar a su corazón?
En plena noche, Gracie se despertó para ir al baño. Cuando regresaba a su habitación, vio el rostro de Waylon retorcido por el dolor bajo la tenue luz.
Tenía las cejas fruncidas, los labios apretados y gotas de sudor salpicándole la frente mientras se agarraba el estómago.
—Waylon, ¿estás bien? —preguntó ella con voz preocupada. Desde que habían regresado, la tensión entre ellos era palpable. Ambos se habían dado la espalda al irse a la cama. Waylon no había conseguido dormir y Gracie no se había dado cuenta de su malestar.
Waylon abrió los ojos. Al ver la preocupación en el rostro de Gracie, pensó que solo fingía preocuparse.
—No es asunto tuyo. Vuelve a dormirte —dijo.
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Normalmente, Gracie se habría irritado y lo habría dejado solo si le hubiera hablado así.
Pero esta vez parecía que Waylon tenía un dolor de estómago real.
Waylon observó cómo Gracie salía del dormitorio con el teléfono en la mano. Una expresión de decepción cruzó su rostro.
Esta mujer… ¿no se preocupaba por él en absoluto?
Justo cuando estos pensamientos cruzaron su mente, otro dolor agudo le atravesó el estómago.
Le pareció una eternidad, pero finalmente la puerta del dormitorio volvió a abrirse con un chirrido.
Gracie entró con un tazón de avena en la mano.
«Waylon, te has saltado la cena. Probablemente por eso te duele el estómago. Siéntate y cómete esta avena para calmarlo, y luego tómate la medicina.
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