Deja que te lleve el corazón - Capítulo 266
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Capítulo 266:
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«Bueno, ya que el destino insiste en juntarnos, ¿por qué no te sientas y tomas algo conmigo?», ordenó.
Su tono estaba impregnado de falso encanto, y el instinto de Gracie le gritaba que huyera. El peso del arrepentimiento le oprimía el pecho: debería haber confiado en su instinto y haberse mantenido alejada de esta reunión.
«Lo siento, acabo de recordar que tengo algo urgente que hacer. Me voy ya».
La expresión de Nathaniel se volvió fría en un instante.
—Bart, ¿así es como se comporta normalmente tu empleada?
Vacilante, Bart suspiró y se volvió hacia ella.
—Gracie, no seas grosera. Este es el Sr. Palmer, el heredero de la familia más rica de Chago. Compartir una copa con él es un privilegio por el que la mayoría de la gente mataría.
Si era tal honor, ¿por qué no lo aprovechaba él? Eso pensó Gracie, pero se mordió la lengua.
Se recordó a sí misma por qué había venido: para ganarse la confianza de Bart y obtener el máximo acceso al sistema de su empresa.
«Gracie, el Sr. Palmer te está haciendo un favor. Si no lo aprecias, no me culpes luego por ser duro».
Apretó la mandíbula ante la velada amenaza. «
Si bebo, ¿puedo irme después?», preguntó.
Nathaniel volvió a sonreír, astuto y falso. «¡Por supuesto!».
Sin decir nada más, Gracie cogió un vaso de la mesa y se lo bebió de un trago, sintiendo cómo el líquido le quemaba la garganta.
Volvió el vaso vacío para demostrar que había terminado. —Ya está. ¿Puedo irme ahora?
—Oh, ¿he dicho solo un vaso? Ha sido un error. Hay ocho botellas más esperando.
Gracie apretó los puños con fuerza. Las palabras de Nathaniel le sonaron como una bofetada, avivando el fuego que ya ardía en su interior.
Si se bebía todo lo que le ofrecía, no solo acabaría mal, sino que acabaría en una cama de hospital.
—Señor Palmer, ¿por qué no se las disfruta usted?
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Sin esperar respuesta, Gracie se dio media vuelta y salió furiosa de la habitación.
Pero antes de que pudiera alejarse mucho, Nathaniel asintió rápidamente a Bart, ordenándole sin palabras que la siguiera.
—Gracie, vuelve aquí —ladró Bart.
La alcanzó en unos pocos pasos y la agarró del brazo con fuerza.
Sin dudarlo un instante, la arrastró de vuelta a la habitación.
—¿Cómo te atreves a llevarle la contraria al señor Palmer? —gruñó Bart, intentando meterle una botella en la boca.
Antes de que la situación pudiera agravarse aún más, la puerta se abrió de golpe.
El corazón de Gracie dio un vuelco. Por un instante, pensó que podría ser Waylon viniendo a rescatarla.
Pero la voz que siguió no era la de él.
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