Deja que te lleve el corazón - Capítulo 256
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Capítulo 256:
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Eleanor, aparentemente sacudida por la ira, se aferró al brazo de Floyd y suplicó desesperadamente: —Papá, solo está actuando así porque está muy preocupado por Ada. No seas tan duro con él, por favor.
Pero Floyd permaneció impasible, y su atención se desplazó hacia Gracie con una calidez inesperada.
—Gracie, ven. No dejemos que esto arruine la cena.
—Por supuesto, Floyd. Déjame ayudarte a bajar.
Mientras descendían al comedor, los ojos de Giovanna brillaban con frustración.
Gracie había tenido mucha suerte. Estaba a un paso de convertirse en una persona discapacitada.
Diez minutos más tarde, la escena que se veía desde la ventana del comedor era desoladora.
Nathaniel estaba arrodillado en medio del patio, con la espalda recta a pesar de los golpes que le propinaba Cameron con el látigo.
Eleanor y Giovanna estaban de pie cerca de él, con el rostro marcado por la angustia.
Floyd, aparentemente imperturbable, señaló hacia la mesa. —Prueba los platos, Gracie. Puede que nuestro chef no esté a la altura de la cocina de los Hughes, pero espero que te gusten.
Gracie apartó la mirada de Nathaniel y dudó.
—Floyd, ¿no deberíamos esperar a que se unan a nosotros?
—No hace falta. No cenarán esta noche.
Al darse cuenta de que era inútil seguir discutiendo, Gracie probó con cautela el pescado a la parrilla. Los sabores estallaron en su paladar: sabroso, tierno y en su punto.
—Este pescado está increíble —dijo.
—Me alegro de que te guste —respondió Floyd con una leve sonrisa mientras se levantaba—. Ahora, si me disculpas, tengo que tomarme la medicación. Que aproveche.
—Floyd, ¿estás bien?
—No es nada, solo mi presión arterial. Sigue tú —la tranquilizó él.
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Unos instantes después, Eleanor y Giovanna ayudaron a Nathaniel, visiblemente dolorido, a entrar en la casa.
Al pasar por el comedor, Gracie sintió sus miradas clavadas en ella como puñales.
Giovanna soltó bruscamente el brazo de Nathaniel y se dirigió hacia Gracie.
—Gracie, mi hermano estaba fuera, de rodillas, enfrentándose al castigo familiar por tu culpa. ¿Y tú estás aquí, comiendo tranquilamente? —El tono de Giovanna era agudo y acusador.
Gracie siguió comiendo, ignorando por completo a Giovanna. Su indiferencia solo sirvió para enfurecer aún más a Giovanna.
—Te estoy hablando, Gracie. ¿No me oyes? —La voz de Giovanna se hizo más fuerte.
Gracie finalmente levantó la vista, arqueando las cejas con indolencia.
—Está siendo terco. No quiso pedirme perdón, así que es culpa suya. ¿Qué tiene que ver su castigo conmigo? Además, este pescado está demasiado bueno como para dejarlo pasar.
Nathaniel, hirviendo de ira, lanzó una mirada furiosa a la espalda de Gracie y murmuró maldiciones entre dientes.
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