De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 989
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Capítulo 989:
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«De acuerdo», respondió Dylan, con tono obediente, aunque su corazón rebosaba de una alegría silenciosa. Ella no había llamado a una enfermera; había decidido curarle la herida ella misma. Al contemplar el vendaje manchado de sangre, decidió que era bueno que la herida se hubiera vuelto a abrir. Cuando Christina salió de la habitación, una sonrisa pícara se dibujó en sus labios.
Unos instantes después, Christina regresó con el medicamento en la mano. «Solo es una pequeña reapertura, nada grave», le tranquilizó mientras limpiaba la herida con cuidado y destreza.
«Esto puede picar un poco. Aguanta». Levantó el medicamento, pero cuando sus ojos se encontraron con los de Dylan, suavizados por una rara gentileza, vaciló por un momento.
Casi de inmediato, la mirada de él se volvió fría de nuevo, recuperando la máscara distante que ella conocía tan bien.
Para ella, ese Dylan distante y estoico era el que reconocía. Frío e inaccesible, era lo suficientemente llamativo. La fugaz calidez de sus ojos era peligrosamente cautivadora.
«De acuerdo», respondió Dylan con frialdad, aunque su mirada nunca se apartó de su rostro mientras ella trataba su herida con meticulosa concentración.
Poco a poco, la frialdad de sus ojos se derritió de nuevo y una leve sonrisa tocó sus labios. Cómo deseaba que ese momento durara.
Cuando terminó, Christina vendó la herida con rápida eficiencia. —Ya está.
«Gracias».
—No, yo soy quien debería disculparse. Es culpa mía que se te haya vuelto a abrir la herida.
—Pareces bastante hábil tratando heridas… —comenzó Dylan, pero Christina lo interrumpió rápidamente—. Me acostumbré después de atender las heridas de Brendon tan a menudo.
Temía que Dylan sospechara de su verdadera identidad como la famosa sanadora King, así que desvió la conversación mencionando a su exmarido.
En realidad, Dylan solo sentía curiosidad por saber si su destreza provenía de sus propias cicatrices. Pero ella no tenía ni idea de lo que él pensaba y habló de Brendon en su lugar.
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Al oír ese nombre, la expresión de Dylan se volvió fría. Bajo las sábanas, su mano se cerró en un puño y un agudo dolor le oprimía el corazón.
Una sensación de crisis, que brotaba de lo más profundo del corazón de Dylan, se hizo cada vez más intensa, endureciendo su determinación de permanecer alerta y utilizar todos los medios necesarios. ¿ , existía alguna posibilidad de que Christina quisiera visitar a Brendon, quien, por suerte, parecía estar justo aquí, en este hospital?
Al pensar en ello, los finos labios de Dylan se separaron ligeramente. —Necesito ir al baño.
Christina se apresuró a ofrecerle la mano para ayudarle a levantarse. «Puedo hacerlo solo», rechazó Dylan su ayuda. Dejar que ella le ayudara arruinaría el plan que había ensayado mil veces en su mente.
Dylan se levantó lentamente de la cama del hospital, pero en cuanto intentó ponerse de pie, sus piernas parecieron fallarle y se desplomó directamente en los brazos de Christina. La palidez cenicienta de su rostro daba credibilidad a la caída: no había lugar para la duda en la mente de Christina, solo la tranquila certeza de un hombre demasiado frágil para fingir.
—¡Cuidado! —exclamó Christina, presa del pánico, mientras extendía los brazos y lo abrazaba con fuerza.
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