De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 987
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Capítulo 987:
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«No fue nada», respondió Dylan en voz baja. Ver la preocupación reflejada en su rostro lo llenó de una tranquila emoción, suficiente para hacerle olvidar el dolor punzante en su brazo. Su estrategia para buscar compasión parecía estar funcionando con ella.
Al mirar la herida, Dylan incluso pensó que, si hubiera sido más grave, el efecto podría haber sido aún mayor.
Poco después, un leve mareo lo invadió, dejándolo con la duda de si solo había sido su imaginación.
Christina, sin embargo, notó su palidez y su creciente debilidad. Su ansiedad se intensificó y pisó más fuerte el acelerador. No podía quitarse de la cabeza el temor de que la cuchilla estuviera contaminada. Si eso era cierto, la infección ya podría estar desarrollándose, y un tratamiento rápido era la única protección contra el desastre.
Pronto, Christina y Dylan llegaron al hospital.
Christina examinó cuidadosamente el estado de Dylan y se convenció de que se trataba de una infección aguda de la herida.
Rápidamente salió del coche y le abrió la puerta a Dylan. Cuando vio su rostro enrojecido, le puso la mano en la frente y notó que estaba ardiendo. Era evidente que tenía fiebre alta. Christina le llamó suavemente: «¿Dylan? ¿Dylan?».
Sin embargo, Dylan, aparentemente perdido en la confusión de la fiebre, parecía demasiado aturdido para registrar su presencia.
Lo intentó de nuevo. «¿Dylan? ¿Me oyes?». Aún así, no hubo respuesta.
Sin perder un segundo, Christina se agachó y lo sacó con cuidado del coche. Con un movimiento fluido, lo llevó en brazos. Su expresión era fría mientras soportaba el peso de Dylan.
Con una fuerte patada, cerró la puerta del coche detrás de ella, dejando un fuerte golpe en el aire.
Aunque Dylan era alto y de hombros anchos, en sus brazos parecía casi ingrávido.
En realidad, Dylan no se había desmayado por la fiebre, solo fingía estar inconsciente. Al principio, lo único que quería era oírla llamar su nombre unas cuantas veces más. Pero, inesperadamente, ella lo había levantado sin dudarlo, con un brazo detrás de su espalda y el otro debajo de sus rodillas.
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Abrió los ojos un poco y luego los volvió a cerrar rápidamente. Ahora estaba atrapado en su propia farsa. No se atrevía a despertarse, por miedo a que ella se diera cuenta de su actuación.
Estaba seguro de que, si se daba cuenta de que fingía estar inconsciente, se enfadaría muchísimo. Ya había demasiadas barreras entre ellos. Si Christina descubría que estaba mintiendo, la brecha podría ser demasiado grande como para salvarla. Esa posibilidad inquietaba a Dylan, así que siguió fingiendo. Su corazón latía con fuerza en su pecho, negándose a ralentizarse por mucho que lo intentara.
Una inquietud desconocida lo carcomía, dejándolo inquieto y tenso. Le preocupaba que, si se despertaba ahora, Christina descubriría la verdad. Sin embargo, también le preocupaba que, si ella seguía cargándolo, pudiera agotarse.
Cuando Christina entró en la sala de urgencias, todas las miradas se volvieron hacia ellos. Los pacientes los miraban abiertamente, con incredulidad, alternando la mirada entre ella y el hombre que llevaba en brazos.
Estaban demasiado atónitos como para sacar sus teléfonos y hacer fotos. La fuerza de esta mujer era extraordinaria, casi increíble. Incluso un hombre adulto tendría dificultades para levantar a alguien como Dylan, pero ella lo llevaba con facilidad. Sus pasos eran ligeros y firmes, como si no llevara nada más pesado que un fardo de ropa.
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