De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 981
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Capítulo 981:
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—Fue Jett quien empezó —declaró Alana con voz firme—. Se burló e insultó a estas tres señoras desde el principio. Y la señora López solo empeoró las cosas, llamándolas «paletas» y diciendo que apestaban a pobreza.
Alana reunió valor, tragó saliva y continuó: «Jett y la señora López insultaron primero a estas señoras, llamándolas cosas desagradables y menospreciándolas. Lo único que querían era una simple disculpa, pero en lugar de eso, Jett y la señora López tergiversaron los hechos delante de usted, señor Scott. Culparon a las víctimas y exigieron un castigo por algo que no habían hecho. Estoy diciendo la verdad. Si encuentra alguna parte de mi historia falsa, aceptaré cualquier consecuencia. Solo quiero que estas mujeres obtengan la justicia que se merecen.
Alana no pudo terminar. Jaida extendió la mano y le dio una bofetada en toda la cara.
«¡Ya basta! ¡Alguien tiene que recordarte cuál es tu lugar!», espetó Jaida.
El instinto se apoderó de Alana, que retrocedió, pero antes de que el golpe pudiera aterrizar, Christina interceptó la muñeca de Jaida, deteniéndola en seco.
Sin aliento, Alana susurró: «Gracias». Sin esa rápida intervención, la bofetada de Jaida le habría dejado algo más que un simple escozor.
«¡Suéltame!», exclamó Jaida, con la ira en llamas.
Christina entrecerró los ojos con fría determinación y apartó la mano de Jaida, haciendo que esta trastabillara hacia atrás. Jaida casi pierde el equilibrio, pero consiguió mantenerse en pie con la ayuda de Brad y Jett, que se apresuraron a sujetarla.
«¡Cómo te atreves a tocarme, pequeña zorra!», gruñó Jaida, con el rostro enrojecido por la indignación. Furiosa, se abalanzó sobre Christina, levantando el brazo, lista para darle una bofetada en represalia.
«¡Smack!». El sonido seco de una bofetada resonó cuando la mano de Christina golpeó con fuerza la mejilla de Jaida.
«No solo me atreví a empujarte, sino que también me atreví a abofetearte», dijo Christina con frialdad, sujetando la muñeca de Jaida con fuerza.
Jaida perdió la compostura. «¿Cómo te atreves a ponerme la mano encima? Mi marido dirige el Grupo López, ¡debes de estar deseando morir!», gritó, sin fingir nada.
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Brad y Jett se lanzaron a rescatarla, pero Christina no dudó: una rápida patada a cada uno los envió al suelo.
Jaida frunció el rostro con incredulidad y rabia. —¡Increíble! ¿Haces esto delante del señor Scott? ¿Estás loca? ¡No debes tener el más mínimo respeto por él!
«Crees que no respeto al Sr. Scott, y no voy a discutir eso», comentó Christina con sorprendente tranquilidad, como si simplemente estuviera hablando del tiempo.
La multitud jadeó al unísono, sin poder creer lo que acababan de oír. ¿Esta mujer se atrevía a pronunciar esas palabras delante del propio Dylan? ¿Quién demonios era? ¿O no era más que una audaz estratagema, un intento de llamar la atención de Dylan con una temeraria bravuconería?
—Sr. Scott, acaba de confesar su descarada insolencia —declaró Jaida en un tono que fingía humildad—. No oculta su falta de respeto hacia usted.
El rostro de Dylan permaneció impasible, sin delatar nada, con una expresión como un libro cerrado que nadie podía leer. En realidad, le daba igual que Christina lo respetara o no. Si su corazón encontraba la felicidad, nada más le importaba.
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