De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 974
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Capítulo 974:
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«¿Cómo puede tratarnos así? ¡Nosotros llegamos primero y nos ignoró en cuanto entró otra persona!», dijo Chloe a sus compañeros, furiosa.
Eloise murmuró: «No es más que un snob superficial que sonríe aduladoramente a los ricos, pero desprecia a aquellos que considera lejos de la riqueza».
Jaida frunció el ceño en cuanto oyó que se burlaban del dependiente. Para ella, burlarse del dependiente que la atendía con timidez era como burlarse de ella misma.
Jaida se giró y recorrió con la mirada a las tres mujeres de arriba abajo. Su aspecto era sencillo, sin un solo rastro de joyas, ni siquiera el par de pendientes más simple. Lo único que le hizo detenerse fue su ropa, que parecía bastante decente. Se preguntó si se trataba simplemente de réplicas ingeniosas cosidas con tela de calidad.
«¿De dónde han salido estas paletas sin gusto?», pensó Jaida mientras se tapaba la nariz con la mano y fruncía el ceño con disgusto, como si las tres desprendieran un hedor insoportable. «¿Desde cuándo esta tienda ha bajado tanto el nivel? Ahora cualquiera puede entrar sin más».
Jaida chasqueó los dedos al dependiente antes de continuar con desdén: «Jett, asegúrate de transmitir mi sugerencia al gerente: esta tienda necesita requisitos más estrictos. Ver a gente tan desaliñada arruina la experiencia de compra de los clientes de verdad».
Por ingenua que fuera, Chloe no dejó de captar ese sarcasmo tan evidente. Sus mejillas se sonrojaron de furia mientras alzaba la voz. «¿A quién llamas paletos sin gusto? ¿Qué te hace pensar que tú eres más refinada?».
Chloe imitó el gesto de Jaida, recorriendo con la mirada de arriba abajo con desdén. «Te has engalanado con joyas llamativas, presumiendo de ellas como si fueran trofeos. ¿Estás tan desesperada por llamar la atención, temerosa de que el mundo no sepa que solo eres una nueva rica?».
Nada enfurecía más a Jaida que ese insulto en particular. En los círculos de la élite, soportaba esos comentarios solo porque los negocios de su marido la obligaban a sonreír ante la humillación. Por el bien de las ganancias, podía tolerar los susurros de los viejos ricos, pero ¿cómo se atrevían estas tres «paletas» a lanzarle el mismo insulto? Jaida perdió los estribos y levantó la mano, dispuesta a abofetear a Chloe. Esperaba un golpe fuerte y sonoro, pero antes de que pudiera asestarlo, la mano de Christina se extendió y le agarró la muñeca con fuerza.
Jaida nunca imaginó que esta mujer poseyera tanta fuerza. Por más que luchó, no pudo liberarse.
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—¡Suéltame! ¿Sabes siquiera quién soy? ¡Mi marido es el presidente del Grupo López! —chilló Jaida, con la voz aguda por la indignación.
—No me importa quién seas. Si le pones un dedo encima a mis amigos, te arrepentirás. —Los labios de Christina esbozaron una leve sonrisa, y su fría mirada irradiaba amenaza. Su aura era formidable, aunque normalmente la mantenía oculta para no llamar la atención. Pero ahora, desatada por completo, infundía terror a todos los que la rodeaban. Chloe y Eloise miraban a Christina con ojos muy abiertos y adoradores, con el corazón latiendo con admiración. Parecía tan imponente, tan inquebrantablemente tranquilizadora. Gritaban por dentro, y su admiración por ella crecía con cada segundo que pasaba.
Jaida se quedó paralizada, con un hormigueo en el cuero cabelludo y un sudor frío recorriendo su espalda. ¿Cómo era posible que esta mujer se hubiera vuelto tan aterradora de repente?
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