De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 956
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Capítulo 956:
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Cuando Katie recordó que se había desprendido del vestido que Allison le había hecho a medida —vendiéndolo para ayudar a su hermano a recaudar más de quinientos millones— solo para acabar comprando una falsificación, una profunda ola de arrepentimiento le invadió el pecho. Esto significaba que cada céntimo se había desperdiciado y, para colmo de males, ahora cargaban con la vergüenza de haberle regalado una falsificación a Margot.
Katie sintió un repentino mareo, el mundo daba vueltas salvajemente ante sus ojos y casi pierde el equilibrio.
Yolanda se abalanzó hacia adelante y sujetó a Katie, con el rostro pálido como la cera. ¡Esta vez estaba en un grave aprieto! Sus padres habían sido quienes le habían presentado al vendedor de arte; ¿la familia Dawson le echaría la culpa a ella? No tenía ni idea de que el vendedor fuera un estafador…
Cuanto más pensaba Yolanda en ello, más crecía su inquietud: sus ojos revoloteaban inquietos como un pájaro atrapado que busca escapar, mientras el pánico se enroscaba alrededor de sus costillas con el lento y sofocante agarre de una serpiente. ¡Ese miserable estafador!
Brendon se quedó paralizado, con una avalancha de recuerdos pasando uno tras otro por su mente, cada uno de ellos pesado, cada uno apretándole el pecho con más fuerza, como si unas manos invisibles le estuvieran retorciendo el corazón. Cuanto más pensaba en ello, más ardía su ira y más le hervía la sangre en las venas.
Entonces, sin previo aviso, le sobrevino un mareo. Se dobló y escupió una bocanada de sangre, que se derramó por sus labios. Sus pasos vacilaron como los de un borracho, su cuerpo se balanceó precariamente, tan frágil como una hoja aferrada a una rama en medio de una tormenta.
El golpe fue demasiado fuerte para soportarlo: su propia vitalidad parecía agotarse, dejando atrás nada más que un caparazón vacío donde antes habían vivido la fuerza y el espíritu.
Jadeos y gritos de sorpresa se propagaron por el aire cuando Yolanda empujó a Katie a un lado y se abalanzó hacia delante para atrapar a Brendon.
«¡Brendon! ¿Cómo ha podido pasar esto?», gritó Yolanda, con una voz que mezclaba pánico y preocupación desesperada. «¿Por qué estás tosiendo sangre?».
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«Brendon, ¿tienes alguna otra molestia? Debemos ir al hospital inmediatamente para que te hagan un diagnóstico adecuado». Katie, temblando, se apresuró a sostenerlo por el otro lado, con la mente en blanco por la conmoción. ¿Por qué demonios estaba vomitando sangre de repente?
«Estoy… estoy bien», dijo Brendon con esfuerzo, luchando por recuperarse. Aun así, sus ojos se sintieron atraídos, casi instintivamente, hacia Christina, como la aguja de una brújula que apunta obstinadamente al norte a pesar de la tormenta.
En lo más profundo de su corazón, un frágil hilo de esperanza se agitó, anhelando ver incluso el más leve destello de preocupación en su mirada. La más mínima señal de reacción habría sido suficiente. Seguramente, ella no podría permanecer impasible mientras él tosía sangre.
Pero la esperanza se desvaneció al instante: Christina no solo permaneció inmóvil, sino que incluso esbozó una leve sonrisa.
Un dolor agudo atravesó el corazón de Brendon, fragmentándose en mil astillas irregulares que recorrieron sus venas, cada latido del corazón empujándolas más profundamente.
¿Cómo podía Christina ser tan cruelmente apática? ¿No se suponía que lo amaba más que a nada? ¿Cómo podía permanecer completamente impasible mientras él tosía sangre? ¡Qué mujer tan despiadada!
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