De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 947
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Capítulo 947:
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Brendon se quedó clavado en el sitio, mirando a su exmujer como si la viera por primera vez. Christina parecía envuelta en un velo de misterio, atrayendo a la gente hacia ella con una belleza que exigía ser descubierta. Misteriosa y magnética, irradiaba un brillo imposible de ignorar. Ni siquiera Magnus había conseguido restaurar al Guerrero de Media Cara, así que, ¿cómo lo había conseguido Christina? ¿Y cómo, desde su divorcio, había empezado a revelar tantas facetas nuevas de sí misma?
Antes se esperaba que se mantuviera humilde ante él, pero ahora brillaba con fuerza, ascendiendo cada vez más alto. Parecía alejarse cada vez más de su alcance, escapándose de sus manos.
Brendon finalmente reconoció que Christina parecía casi intocable ahora, alejándose cada vez más como los restos desvanecidos de un sueño. La idea de la creciente división entre ellos, que se extendía incluso a cuestiones de posición social, lo llenaba de una inquietud angustiante. No. No podía ser.
Se dijo a sí mismo que Christina no lo dejaría realmente. No era más que una estratagema para llamar su atención. Por muy frío y distante que hubiera sido con ella, ella esperaría, paciente y obstinadamente, el día en que él finalmente volviera a fijarse en ella. Nunca era demasiado tarde para dar marcha atrás. Seguramente, cuando llegara ese momento, ella seguiría allí, lista para recibirlo.
Aferrándose a esa reconfortante idea, Brendon apretó con fuerza a Yolanda. Yolanda era a quien amaba. Ella estaba allí, a su lado. Por muy alto que llegara Christina, él nunca se enamoraría de ella. A sus ojos, Yolanda era la mejor mujer del mundo, la única digna de estar a su lado.
Brendon siguió alimentándose de esas certezas, negándose a reconocer el valor de Christina o a admitir sus crecientes sentimientos por ella. Hacerlo sería admitir que había estado demasiado ciego para divorciarse de ella, y eso era algo que nunca podría confesar.
—Amigos, esto es solo la versión de Christina. ¿Cómo pueden creerle? —interrumpió Katie con brusquedad, dando un paso adelante con actitud desafiante. Clavó la mirada en Magnus, con un tono de voz rebosante de desafío. —Señor Cruz, usted es una autoridad destacada en la restauración de antigüedades. ¿Cómo puede ceder ante una mujer desconocida basándose únicamente en sus afirmaciones? ¿No está sacando conclusiones precipitadas al afirmar que ella es la misteriosa restauradora detrás de la obra maestra sin pensarlo detenidamente?
Sus palabras ensombrecieron el rostro de Magnus, cuya expresión se volvió sombría e indescifrable. Los invitados contuvieron la respiración, preocupados de que ella estuviera tentando demasiado a la suerte. La heredera de la familia Dawson era tan impulsiva como decían los rumores: lo suficientemente audaz como para desafiar a alguien como Magnus en una ocasión así. Había cuestionado abiertamente a Magnus e incluso había insinuado que no estaba pensando con claridad, algo que sin duda ofendería tanto a él como a la familia Scott.
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—¿Estás sugiriendo que la edad me ha confundido la mente y que he cometido un error? —La voz de Magnus era fría mientras fijaba en Katie una mirada de acero. La bravuconería de Katie se desvaneció en un instante. Bajó la mirada, y el miedo finalmente la alcanzó—. Yo… no quería decir eso…
La presencia de Magnus se cernió sobre Katie, y su voz tembló bajo su peso. Sus ojos brillaron con lágrimas de frustración mientras la emoción se le atragantaba en la garganta.
«Sr. Cruz, le pido disculpas por la impulsividad de mi hermana», intervino rápidamente Brendon, antes de que la situación se agravara.
Yolanda dio un paso adelante, con tono suave. «Sr. Cruz, por favor, perdone la inmadurez de Katie. Ella realmente no quería ofenderlo. Espero que sea tan amable de pasar por alto esto».
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