De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 934
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Capítulo 934:
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Las lágrimas calientes corrían por las mejillas enrojecidas de Lorraine mientras su mirada se movía desesperadamente entre la multitud. Sin embargo, Robin no estaba por ninguna parte. Si pudiera encontrarlo, tal vez podría salvar algo de dignidad y escapar bajo su protección, al menos eso era lo que pensaba.
«Lo siento… Me voy», balbuceó Lorraine entre sollozos, incorporándose con un brazo aún rodeando su estómago. Incluso después de haber sido descubierta, no podía marcharse con aire arrogante sin seguir fingiendo su malestar.
Al pasar junto a Christina, Lorraine vaciló. Apretó los puños hasta que se le pusieron blancos los nudillos y, tras la máscara de compostura, el odio se agitaba como una tormenta. Silenciosamente, juró hacer que Christina pagara caro por aquello. La promesa ardía en su mente y sus ojos brillaban con una luz venenosa.
La atención de la multitud se dividió: algunos siguieron la retirada de Lorraine, otros lanzaron miradas discretas y curiosas a Christina. Los susurros se extendieron entre la multitud, cada uno preguntándose quién era realmente Christina, tratando de averiguar su conexión con Dylan.
Bajo la fría mirada de Dylan, los invitados se dispersaron apresuradamente, como una bandada de pájaros asustados. Nadie era tan tonto como para poner a prueba los límites de la paciencia de Dylan.
—Te lo agradezco mucho —dijo Christina, con voz sincera—.
—No hay de qué —respondió Dylan con un murmullo. Aunque sabía que Christina era más que capaz de manejar las cosas por sí misma, quería que ella le estuviera en deuda. La paciencia era su arma. Al igual que la lluvia desgasta la roca más dura, él creía que su presencia constante podría llegar algún día a los rincones más recónditos de su corazón.
—Será mejor que me vaya, el banquete de cumpleaños debe de estar a punto de empezar —dijo Christina. Le preocupaba que quedarse allí demasiado tiempo pudiera provocar rumores innecesarios sobre ellos. Nunca le había dado mucha importancia a lo que pensaba la gente, pero se negaba a permitir que su presencia afectara a la imagen de Dylan.
Un «De acuerdo» casi imperceptible salió de los labios de Dylan mientras se quedaba clavado en el sitio, viéndola alejarse con un giro, dejando tras de sí una estela de fragancia fresca, delicada como el rocío de la mañana, pero lo suficientemente embriagadora como para dejarle sin aliento. La fragancia era tan cautivadora que le robó un latido a su corazón, que ahora latía erráticamente contra sus costillas como una bestia enjaulada que se negaba a ser domesticada.
Se sentía cada vez más atraído por Christina. Incluso la leve curva de sus ojos podía desarmarlo por completo: su pulso golpeaba contra sus costillas como un pájaro desesperado por escapar, cada latido una confesión silenciosa del poder que ella ejercía sobre él.
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Tras este pequeño episodio, el banquete de cumpleaños comenzó en pleno apogeo.
Desde su lugar de honor, Margot observaba la llegada de los invitados, cada uno de los cuales se acercaba con regalos como leales cortesanos que buscaban el favor de un gobernante, y sus obsequios reflejaban la luz en una muestra de ceremonia.
Katie se inclinó hacia Brendon, con un tono de voz susurrante y urgente. «Debemos asegurarnos de entregar nuestro regalo antes que Christina. Si ella lo hace después que nosotros, su cuadro no tendrá ningún peso».
«De acuerdo», Brendon asintió brevemente, con la mirada fija en Christina.
Su expresión era compleja, indescifrable, pero parecía incapaz de apartar la mirada de ella. Era como si su figura estuviera envuelta en un velo sombrío y misterioso, que él sentía una necesidad casi irresistible de levantar y descubrir. Su presencia era magnética, una fuerza silenciosa pero innegable que atraía todas las miradas de la sala hacia ella. ¿Cómo no se había dado cuenta antes de ese encanto cautivador?
Yolanda se percató de cómo la miraba y sintió una oleada de amargura. Apretó sutilmente el puño a un lado, aunque su rostro mantuvo la serena sonrisa que ocultaba el veneno que se retorcía en su interior. ¿Cómo se atrevía Christina a intentar llamar la atención de Brendon? Se aseguraría de que Christina pagara por ello.
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