De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 918
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Capítulo 918:
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«No hace falta. Si Christina quiere acaparar toda la atención, déjala. Katie tiene razón: ella se lo ha buscado y tendrá que lidiar con las consecuencias», respondió Brendon con frialdad.
Katie esbozó una pequeña sonrisa de satisfacción mientras observaba a Christina y Lorraine. Sus ojos brillaban de satisfacción. Las dos mujeres estaban a punto de ser humilladas delante de todos.
Si no fuera por la urgente necesidad de recaudar más de quinientos millones para el cuadro de repuesto, Katie nunca habría vendido su preciado vestido de noche a Lorraine. Ese vestido había sido fruto de mucho esfuerzo, algo que había esperado durante años para conseguir.
Pero lo había aceptado. Ahora que podía conseguir un vestido a medida diseñado por Allison, siempre podría conseguir otro. Y una vez que Yolanda se convirtiera en la protegida de Allison, conseguir un vestido a medida sería muy fácil.
Al otro lado de la sala, Dylan vio acercarse a una figura con una máscara de payaso. Su expresión permaneció neutra, pero su mirada se agudizó. La máscara podía ocultar el rostro de Christina, pero nada podía ocultar el aura que desprendía, tranquila pero magnética, como si fuera dueña del aire que la rodeaba. Hacía que todo lo demás se desvaneciera en el fondo.
A medida que ella se acercaba, su pulso se aceleró y una leve sonrisa involuntaria se dibujó en sus labios. ¿Le estaba invitando a bailar? Bum. Bum. Los nervios le golpearon con fuerza, unos nervios que nunca antes había sentido.
Su corazón latía con fuerza, rápido y salvaje, como si fuera a salirse del pecho. Su mano, a un lado del cuerpo, se cerró en un puño flojo, flexionando los largos dedos. Su corazón latía aceleradamente solo por Christina.
Con todas las miradas de la sala fijas en ellos, Christina y Lorraine se detuvieron frente a Dylan.
Lorraine prácticamente vibraba de ansiedad, con la respiración entrecortada y las manos doloridas por apretarlas con tanta fuerza. Conocía la reputación de Dylan: no tenía piedad con nadie. Quien se cruzara en su camino, lo pagaría caro.
Christina se encontró con su profunda mirada a través de la máscara y sintió un destello de nerviosismo. Respiró hondo para calmarse y extendió la mano. —¿Me haría el honor de bailar conmigo, señor Scott?
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Para no quedarse atrás, Lorraine rápidamente extendió su mano. —Sr. Scott, ¿me haría el honor de bailar conmigo?
El salón de baile contuvo la respiración. El silencio era tan denso que se podía oír el leve susurro de los vestidos cuando los invitados se movían en sus sitios. Dos mujeres, ambas lo suficientemente atrevidas como para arriesgarse a ser rechazadas públicamente por Dylan. Había mucho en juego, pero también lo eran las posibles recompensas: riqueza y poder más allá de lo imaginable si tenían éxito.
En un rincón, Chloe observaba con una sonrisa de satisfacción. Esto era obra suya: un pequeño juego para dar un empujón a su hermano. Si se atrevía a rechazar a Christina, le diría lo que pensaba. Era una oportunidad de oro y, si la dejaba escapar, quizá no hubiera otra. Que Christina acabara siendo su cuñada dependía ahora totalmente de Dylan.
Lorraine se quedó clavada en el sitio, esperando la respuesta de Dylan, con las palmas de las manos sudorosas. La presión de su aprensión era tan intensa que le costaba respirar.
Los momentos se alargaban interminablemente mientras la asamblea parecía contener la respiración, hasta que el tono frío y distante de Dylan finalmente rompió el silencio. «De acuerdo».
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