De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 885
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Capítulo 885:
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Esas lágrimas tocaron la fibra sensible de Brendon, haciéndole sentir compasión. Incluso ahora, Yolanda seguía defendiendo a Christina. ¿Cómo podía haber una mujer tan amable y comprensiva en el mundo?
Al ver a Yolanda volver a hacerse la víctima, Bethel hervía de ira. Levantó su bastón, lista para golpear, pero Brendon lo atrapó justo a tiempo.
«¡Abuela! ¿Qué estás haciendo?», gritó, claramente en desacuerdo.
«¿No ves que está fingiendo? ¡Está buscando compasión!». Bethel sintió que su furia aumentaba con cada palabra que decía Brendon. ¿Cómo podía tener un nieto tan tonto?
«Yolanda no está fingiendo nada. Está llorando porque la has presionado demasiado. ¡Incluso ahora, sigue defendiendo a Christina!», replicó Brendon.
«¡Tonto!», espetó Bethel, conteniendo a duras penas su furia. «¡Tú estás ciego, pero yo no! ¡Alguien tiene que castigarlos hoy, o nunca aprenderán!».
Arrancó el bastón de las manos de Brendon, reuniendo todas sus fuerzas para liberarlo.
Brendon la había agarrado con fuerza. Pero, en su ataque de ira por el hecho de que ella se pusiera del lado de Christina, la soltó sin pensar.
Bethel perdió el equilibrio y cayó de espaldas.
«¡Bethel!», exclamó Christina alarmada. Por suerte, estaba lo suficientemente cerca como para cogerla justo a tiempo.
«¿Estás bien?», preguntó Christina, con voz llena de preocupación.
Aún conmocionada, Bethel asintió levemente y susurró en voz baja: «No te preocupes. Estoy bien». Si hubiera caído al suelo, una fractura habría sido inevitable.
Christina, que solía ser tranquila y serena, estaba ahora realmente furiosa. No le importaban los insultos ni las burlas. Si querían causar problemas, podía enfrentarse a ellos sin pestañear. Pero si alguien se atrevía a hacer daño a alguien que le importaba, lo pagaría caro.
«¡Sujétenlos. Registrenlos!», ordenó Christina con voz gélida.
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—¡Christina! ¡Cómo te atreves! —gritó Brendon, con el rostro desencajado por la rabia.
Christina le lanzó una mirada fulminante, tan gélida que lo paralizó. —¿Por qué no iba a atreverme? Casi provocas la caída de Bethel. ¡No esperes que te trate con amabilidad!
Su voz, afilada como el acero, ordenó: «¡Lleváoslos!».
Su furia provocó una oleada de pánico en Brendon y los demás.
Joselyn chilló, empujando a los guardaespaldas que se acercaban. «¡Aléjate de mí, miserable! ¡No te atrevas a tocarme!».
Katie ya estaba inmovilizada, luchando sin poder hacer nada mientras escupía veneno. «¡Zorra asquerosa! ¡Pagarás por esto!».
«¡Ah! ¡Brendon, ayúdame!», gritó Yolanda presa del pánico.
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