De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 87
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Capítulo 87:
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Christina esbozó una sonrisa fácil y sugirió con naturalidad: «Yo tampoco he comido nada. ¿Qué tal si desayunamos juntos antes de ir a la oficina?».
Dylan se detuvo en seco. «De acuerdo».
La sonrisa de Christina se desvaneció por un segundo. Antes de que se diera cuenta de lo que estaba pasando, Dylan ya se había dado la vuelta y se dirigía hacia la casa. ¿Qué demonios? Solo había sido un gesto amistoso, ¿de verdad iba a aceptarlo?
Aún un poco aturdida, Christina se apresuró a seguirlo.
Mientras tanto, Dylan caminaba delante con una sutil sonrisa en los labios, oculta a la vista de ella.
En el comedor, Christina se encontró mirando torpemente el tazón de avena que había delante de Dylan.
—Lo siento. Anoche le dije a la cocina que quería avena para desayunar hoy… —Hizo una pausa y añadió—: Si no te gusta la avena, puedo pedirles que preparen otra cosa. ¿Prefieres tostadas con leche?
—La avena está bien —respondió Dylan, sacudiendo la cabeza.
—También hay verduras y huevos fritos. ¿Quieres carne? Te traigo un plato —sugirió Christina. Una pequeña preocupación la inquietaba, pensando que Dylan, como cabeza de la famosa familia Scott, quizá no estuviera acostumbrado a una comida tan sencilla.
Dylan respondió: «No hace falta. Prefiero un desayuno ligero, es mejor para la salud».
«Yo también creo que lo mejor es una comida ligera por la mañana. Déjame servirte unos huevos y verduras», dijo Christina mientras ponía un poco de cada cosa en su plato.
Dylan cogió su tazón y empezó a comer. No sabía si era porque tenía mucha hambre, pero la avena y los acompañamientos le parecían más sabrosos que cualquier cosa que hubiera comido antes.
Mientras comía, Christina miraba de reojo a Dylan, curiosa por su reacción. Al verlo disfrutar de la comida, se quedó un poco sorprendida. Todo este tiempo había dado por sentado que solo estaba siendo educado y que en realidad no le gustaría la comida. Estaba claro que se había equivocado.
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—Hoy dan el alta a Chloe y puede que no pueda ir a recogerla. ¿Te importaría encargarte de eso por mí? —preguntó Dylan sin previo aviso.
Christina asintió. —De todos modos, eso es parte de mi trabajo. No te preocupes, me aseguraré de que la cuiden bien.
—De acuerdo. —Se formó un ligero arrugón entre las cejas de Dylan, como si algo le preocupara.
Christina notó su cambio repentino y dijo: «¿Qué pasa? Parece que algo te preocupa».
—No es nada grave —respondió Dylan tras mirarla—. Todavía no he conseguido asegurar el Woodfort.
—Lo encontrarás —dijo Christina con firme convicción, con un tono que denotaba ánimo—. En realidad, ya estaba pensando en probar otra receta para Chloe. Si en tres días no había avances para conseguir el Woodfort, tendría que cambiar de receta. Le preocupaba que el estado de Chloe empeorara si se retrasaba el tratamiento.
—Eso espero —respondió Dylan en voz baja. Esa comida le había dejado de mejor humor de lo que esperaba: se sentía ligero, con energía renovada y preparado para lo que fuera.
Después de despedir a Dylan, Christina regresó a casa, se puso algo cómodo y salió sola.
Al poco rato, Christina llegó al aparcamiento. Acababa de salir del coche y ni siquiera había cerrado la puerta cuando una voz molesta resonó cerca de ella.
—¡Christina! Tu coche es precioso, ¿es nuevo? —El tono exageradamente dramático de Yolanda dejaba clara su falsa emoción.
Christina no vio motivo para responder. Apretó los labios y siguió caminando con expresión fría.
—¡No te vayas! —espetó Katie con voz enfadada mientras bloqueaba el paso a Christina—. Yolanda te estaba hablando. ¿No has oído? ¿Estás sorda o nunca te han enseñado modales, que eres tan grosera?
Christina la miró fijamente con ojos duros. «Aunque fuera grosera, seguiría siendo mejor que tú».
Antes de que Katie tuviera oportunidad de responder, Christina la esquivó y siguió caminando.
Furiosa, Katie extendió la pierna con frustración. Un destello de rencor brilló en sus ojos mientras intentaba tropezar a Christina a propósito, con la esperanza de hacerla caer.
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