De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 869
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Capítulo 869:
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En la sala de estar, Bethel peinaba suavemente el cabello de Christina con un peine de madera. «Cada día estás más guapa», le dijo con una sonrisa cariñosa mientras trabajaba. Christina había perdido la cuenta de cuántas veces Bethel le había dicho eso, pero aun así sonrió tímidamente.
«Debería ayudarte con tu cabello más a menudo…», comenzó Bethel, pero el resto de la frase quedó sin decir.
En su cultura existía una tradición según la cual las mujeres mayores peinaban a la novia antes de la boda, simbolizando sus deseos de armonía y felicidad en el matrimonio. Bethel quería decir que quizá no viviría lo suficiente para ver a Christina como novia, ni estaría allí para peinarla en ese día tan especial.
Pero, recordando la indiferencia de Christina hacia el matrimonio, Bethel decidió no decir nada más. Por mucho que deseara ver a Christina casarse de nuevo, nunca quiso imponerle sus esperanzas. Mientras Christina encontrara la felicidad, ella la apoyaría sin dudarlo.
Christina, perspicaz como era, intuyó el deseo de Bethel de verla casada. Sin embargo, el matrimonio era un mundo al que no deseaba volver, al menos por ahora. Solo podía decepcionar las esperanzas de Bethel.
—Está bien, entonces vendré a visitarte más a menudo —dijo Christina con una sonrisa mientras tomaba el peine de la mano de Bethel—. Esta vez me gustaría peinarte.
Christina se puso de pie y comenzó a peinar suavemente el cabello de Bethel, con una sonrisa aún en el rostro. —Hay bastantes puntos de presión en el cuero cabelludo, ¿sabes? Peinarlo regularmente puede hacer maravillas.
Christina ajustó la presión de sus movimientos con precisión, peinando con cuidado y firmeza.
Aunque la tarea era sencilla y estaba llena de calidez, a medida que Christina continuaba, una ola de tristeza se apoderó de ella, oprimiéndole el pecho con una intensidad silenciosa. Bethel estaba envejeciendo: su cabello, ahora completamente plateado, lo decía todo más que las palabras. ¿Cuánto tiempo más tendría esta reconfortante presencia en su vida?
El cariño de Bethel siempre había sido sincero. Para Christina, Bethel no era solo familia, Bethel era su hogar. No sabía cuánto tiempo podría aferrarse a esa frágil calidez.
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Las despedidas eran inevitables en la vida. Tarde o temprano, los seres más queridos se irían, uno tras otro, para no volver jamás.
Christina se inclinó hacia delante y rodeó suavemente con los brazos el cuello de Bethel por detrás, abrazándola con fuerza. Una poderosa oleada de emoción la invadió. Se le empañaron los ojos y le tembló la voz mientras contenía las lágrimas y susurraba: «Bethel».
Al percibir la tensión en la voz de Christina, Bethel se volvió rápidamente hacia ella, con la preocupación reflejada en su rostro. Le dio una suave y tranquilizadora palmadita en el dorso de la mano. «¿Qué pasa? ¿Se te ha ocurrido algo que te ha molestado?».
Al oír la cálida y tranquilizadora voz de Bethel, Christina no pudo contener las lágrimas que se le llenaron los ojos. «No es nada… Solo estoy abrumada por lo amable que has sido conmigo», susurró con la voz entrecortada.
«Tú también has sido muy buena conmigo», respondió Bethel en voz baja, con un tono lleno de emoción al reflexionar sobre el vínculo que las unía. «Cuando dos personas llegan a estar tan unidas, solo puede ser porque se han tratado con verdadera sinceridad».
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