De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 861
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Capítulo 861:
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«Abuelo». La voz de Robin atrajo su atención hacia él.
El rostro de Kurt, antes lleno de sonrisas, se endureció al instante al ver a su decepcionante nieto.
«Por fin te has despertado, holgazán. El sol está a punto de ponerse», refunfuñó Kurt, lanzándole una mirada fría.
«¡Ni siquiera es mediodía! ¿Cómo va a ponerse el sol?», replicó Robin, poniendo los ojos en blanco.
«Christina es nuestra invitada y ni siquiera le has enseñado la casa. ¿Así es como tratas a los invitados?», ladró Kurt con irritación.
Kurt estaba frustrado. A Robin se le había presentado la oportunidad perfecta, pero no la había aprovechado. Una vez que Christina regresara a Dorfield, ¿cómo iba a destacar entre la multitud de pretendientes? Hoy, Robin se había pasado prácticamente todo el día durmiendo. ¿Conquistar el corazón de Christina así? Ni lo sueñes.
Kurt soltó un largo suspiro de decepción.
—Más tarde le enseñaré la casa —murmuró Robin. Se acercó y miró a Christina con curiosidad—. ¿Dónde estuviste anoche?
—¿Yo? —Christina levantó una ceja, fingiendo inocencia—. No fui a ningún sitio. Estuve en mi habitación, durmiendo.
«Eso no es posible. Recuerdo claramente haberte visto en el pasillo anoche, y me noqueaste con un golpe de karate», dijo Robin, con el ceño profundamente fruncido.
«Probablemente estabas soñando después de todo ese alcohol. Se te mezclaron la realidad y la fantasía», respondió Christina, tan tranquila como siempre.
Kurt asintió con la cabeza. —¡Exacto! ¿Por qué iba Christina a noquearte sin motivo? Debías de estar borracho.
«Bueno, es cierto que no tiene ningún motivo para hacerlo». Robin se rascó la mejilla, con aire avergonzado. Empezaba a preguntarse si su memoria le estaba jugando una mala pasada.
«Continuemos, Kurt», sugirió Christina con ligereza, desviando la conversación. «¿Dónde está tu amiga? No la he visto por aquí».
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Robin insistió, sin querer dejarlo pasar. «¿Dónde está?».
Christina se detuvo en seco y respondió con calma: «Ha ido a visitar a una amiga».
«Ah», respondió Robin con tono indiferente, sin encontrar ninguna fisura en su actitud. Aun así, algo en su respuesta no le cuadraba. El recuerdo de la noche anterior estaba demasiado grabado en su mente, y el sordo dolor en el cuello no era una ilusión. ¿Podría haber sido todo un sueño?
Sin estar convencido, Robin decidió revisar las imágenes de seguridad y llegar al fondo del asunto. Mientras se alejaba, Kurt observó su figura, con una sonrisa tranquila y cómplice en la comisura de los labios.
Con la cabeza ligeramente inclinada, Christina esbozó una leve y misteriosa sonrisa, completamente invisible para quienes la rodeaban.
Mientras tanto, Robin se dirigió a la sala de control de vigilancia, con el recuerdo de su regreso de la noche anterior rondándole la cabeza mientras revisaba las imágenes de esas horas.
Curiosamente, nada en los vídeos respaldaba sus sospechas: no había rastro de que Christina hubiera salido de su habitación, ni un solo fotograma extraño. Miró fijamente el monitor, frunciendo el ceño, desconcertado. ¿Acaso había imaginado aquel extraño encuentro en el pasillo? Sin embargo, la sensación era vívida. Y el dolor en el cuello persistía. Nada parecía encajar.
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