De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 856
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 856:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
El líder mercenario no carecía de voluntad para luchar, sino de la estupidez para intentarlo. Sabía que ni siquiera un ataque por sorpresa serviría de nada contra alguien como Deathbringer. Era más sensato suplicar una muerte rápida y limpia que poner a prueba su furia y acabar soportando algo mucho peor que la muerte. Enderezando los hombros, el líder mercenario miró directamente a Christina. «Me he enfrentado cara a cara con la legendaria Deathbringer. Moriré sin remordimientos. Es un honor que tú me mates». Su mirada era inquebrantable, fija en su propio final. «Vamos, entonces. Aprieta el gatillo».
«En efecto. Morir a mis manos es un honor. Nunca debiste ayudarle a ir tras las personas que me importan…». Los ojos de Christina eran fríos como el hielo, y su mano se alzó sin vacilar. Se oyó un solo disparo.
La bala atravesó el aire y se estrelló directamente contra la frente del líder mercenario. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios mientras caía, desplomándose como una marioneta a la que le han cortado los hilos.
Ella ni siquiera parpadeó. Sin temblor. Sin remordimientos. Apretó el gatillo con la precisión mecánica de alguien creado para matar.
A Balfour le parecía que ella consideraba las vidas humanas como algo sin importancia, como pisar insectos. Era espantoso.
Balfour estaba paralizado por el miedo, incapaz de pensar, respirar o moverse. El terror le oprimía el pecho, destrozando cualquier resto de orgullo o ira que le quedaba. Estaba destrozado. Y en ese momento, lo lamentó todo: cada rencor insignificante, cada plan imprudente para vengarse de ella. Si no lo hubiera hecho, no estaría enfrentándose a una muerte tan prematura. Podría seguir ahí fuera, disfrutando de la vida, disfrutando del lujo y la riqueza.
Christina se acercó lentamente a Balfour, con pasos deliberados, los ojos encendidos con un brillo asesino que podría perforar la piedra.
Balfour quería retroceder, huir, pero su cuerpo no le obedecía. Tenía las extremidades destrozadas y sangrando, y había perdido tanta sangre que el mundo daba vueltas a su alrededor en oleadas mareantes y nauseabundas. A pesar de reunir todas sus fuerzas, no podía moverse.
—No… Por favor, no me mates. Si me dejas vivir, te daré todo lo que tengo. Lo juro, sé que la he cagado, ¡por favor, te lo suplico! —suplicó Balfour, con la voz temblorosa mientras los sollozos lo sacudían y las lágrimas le corrían libremente por las mejillas. La sombra amenazante de la muerte lo envolvía como una red enorme y sofocante, haciendo que cada nervio de su cuerpo temblara incontrolablemente.
Actualizaciones diarias desde ɴσνєℓα𝓼4ƒ𝒶𝓷.c○𝓂 para seguir disfrutando
—¿Sabes que la has cagado? —Christina arqueó una ceja, con tono gélido, mientras le lanzaba una mirada fría. Luego se agachó para recoger la reluciente daga del suelo.
—Sí —Balfour tragó saliva—. Lo sé. Lo sé. Juro que sé que me equivoqué. Por favor… No me mates.
Christina se agachó a su lado y, con un movimiento lento, casi juguetón, le levantó la barbilla con la punta de la daga. Inclinándose hacia él, soltó una risa suave y siniestra. —No es que sepas que te equivocaste. Es que sabes que estás a punto de morir.
Su voz, antes melodiosa, ahora le sonaba a Balfour como la nana de un demonio: dulce y mortal, susurrándole la perdición al oído.
El terror se apoderó de él. Sus miembros se rindieron y un sudor frío empapó sus sienes, goteando en un torrente constante. Estaba desquiciada. ¡Completamente desquiciada! Había una locura salvaje e indómita brillando en sus ojos, caótica y desquiciada, como si hubiera enloquecido hacía mucho tiempo.
.
.
.