De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 834
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Capítulo 834:
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La multitud contuvo la respiración, nadie se atrevía a competir con los dos misteriosos poderosos sentados en las salas privadas de arriba. En cambio, su atención se centró en Brendon, el único lo suficientemente valiente —o estúpido— como para desafiarlos. Observaban con curiosidad, preguntándose hasta dónde llegaría Brendon.
Brendon estaba empapado en sudor. Su corazón latía como un tambor, pero un pensamiento no dejaba de resonar en su cabeza: no podía echarse atrás. Cuando volvió a levantar la paleta, Yolanda intentó agarrarle del brazo. Pero ya era demasiado tarde.
«¡Trescientos millones!», declaró Brendon.
La sala estalló. Los susurros surgieron como olas rompiendo en la orilla. ¿Estaba Brendon tratando de borrar del mapa a su familia y a sí mismo? ¿Quién se arriesgaría a enfadar a esos dos pesos pesados? Podrían aplastar a la familia Dawson como a hormigas si les apeteciera. ¿Y para qué? ¿Qué hechizo tenía ese collar de esmeraldas sobre Brendon que le hacía tirar por la borda la precaución y la lógica?
Todas las miradas se dirigieron hacia las salas privadas de la planta superior, a la espera de ver si las misteriosas élites responderían.
Entonces, una voz femenina clara y serena resonó: «Trescientos diez millones».
¡No puede ser! Otro pujador audaz había entrado en la subasta. Y esta vez no era solo coraje, era riqueza, riqueza real.
Todas las cabezas se giraron.
«¿Quién era esa señora? ¿De qué familia es?».
«Nunca la había visto antes. Quizás sea una de esas herederas ocultas, alejadas del público».
«Tiene confianza, aplomo… Esa chica debe de venir de una familia muy adinerada. Quizás incluso a la altura de las élites de arriba».
Después de que Davina hiciera su puja, la atención se centró en ella. Todos especulaban sobre su identidad, suponiendo que era una heredera oculta de una familia de alto nivel. Katie, que había estado observando desde un lado, apretó los dientes con incredulidad. No esperaba que Davina se uniera a la guerra de pujas.
«Esa zorra… ¿De dónde demonios ha sacado ese dinero?», murmuró entre dientes, irritada. En la mente de Katie, Christina estaba arruinada y era patética, por lo que sus amigos no podían ser mejores. Se suponía que todos eran un grupo de don nadie e es sin un centavo. ¿Una puja de más de trescientos millones? Eso no era algo que pudieran sacar de la nada. Entonces, ¿de dónde demonios había salido?
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A muchos magnates ricos les encantaba presumir de sus inmensas fortunas, pero la verdad era que muy pocos podían disponer de miles de millones en efectivo. Su riqueza solía estar invertida en activos inmuebles, inversiones a largo plazo o negocios que no podían tocar a su antojo.
—¿Christina vendió ese Bugatti? —comentó Yolanda en voz baja y con curiosidad—. Si no, ¿de dónde demonios sacó su amiga corriente esa gran cantidad de dinero?
«¡Ja! Christina y su amiga solo son para guardar las apariencias. Con la forma en que gasta el dinero, ¡la única forma en que se las arregla es viviendo a costa de los hombres!», se burló Katie, con una expresión de desprecio en el rostro.
El rostro de Brendon se ensombreció. Solo pensar en las acciones de la empresa que Christina le había arrebatado le hacía hervir la sangre. Era tan extravagante que gastaba su dinero en Davina como si fuera confeti. No dudaba en avergonzarlo, aunque eso significara vaciar su cuenta bancaria.
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