De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 800
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Capítulo 800:
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En Kitaso, incluso un susurro del nombre de Kurt podía desatar una tormenta.
Kurt y el mayordomo permanecieron allí un buen rato antes de que el mayordomo finalmente divisara una figura familiar que aparecía en primer lugar.
«¡Sr. Miller, he visto a su nieto!», exclamó el mayordomo, con la voz llena de emoción.
«¡Oh! ¡Christina!», exclamó Kurt con una amplia sonrisa, saludando con la mano.
Su mirada no estaba puesta en su nieto, sino fijada directamente en Christina, que estaba a su lado. En medio de la bulliciosa multitud, la elegancia y el porte de Christina destacaban como un letrero de neón, imposibles de pasar por alto.
El mayordomo siguió la mirada de Kurt, entrecerrando ligeramente los ojos. No conseguía averiguar cuál de las dos era Christina. Las dos jóvenes que flanqueaban a Robin eran guapas y parecían comportarse con refinamiento.
El mayordomo sabía muy bien que Kurt tenía planes de convertir a Christina en su nieta política, pero, a decir verdad, nunca la había visto antes. Durante su última visita a la finca de la familia Miller, él había estado fuera del país. Acababa de regresar recientemente.
—Señor Miller, ¿por qué ha venido a recogernos? —preguntó Christina, con tono ligero pero curioso.
—Estaba por la zona y pensé en pasarme por aquí —respondió Kurt con suavidad, inventándose una mentira sin pestañear.
El mayordomo contuvo una risita y sus labios se crisparon. Kurt no estaba cerca por casualidad, había venido expresamente para eso y había llegado una hora antes.
Ahora, el mayordomo estaba absolutamente seguro de que la joven que hablaba era Christina. Cuanto más la observaba, más la admiraba. A pesar de su corta edad, no mostraba ningún signo de intimidación ante Kurt. Se mantenía erguida, serena y se comportaba con una autoridad tranquila.
Como mayordomo de la familia Miller desde hacía mucho tiempo, acostumbrado a la grandeza y el espectáculo, aún sentía el sutil peso de su presencia. La futura señora de la familia Miller debía tener ese aura imponente, esa dignidad innata. Tenía que reconocerlo: Kurt tenía buen ojo. Pero lo único que quedaba por ver era si Robin tenía lo necesario para conquistar a una mujer como ella.
—Abuelo, ¿has conseguido las entradas para la subasta? —preguntó Robin, yendo directamente al grano.
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Kurt no se habría molestado en hacer todo esto si Christina no hubiera mostrado interés en la subasta. «Lo tengo todo organizado. No te preocupes», dijo con una sonrisa tranquila, sin apartar la mirada de Christina. «Debes de estar cansada del viaje. Volvamos para descansar y más tarde te daré una cena de bienvenida».
Christina le dedicó una sonrisa cortés. —No es necesario que te molestes.
«No es ninguna molestia. Subamos al coche y volvamos», insistió Kurt, restándole importancia.
Robin intervino: «Vamos, vámonos».
Tanto Robin como Kurt temían que el más mínimo retraso pudiera hacer que Christina abandonara la mansión Miller y se registrara en un hotel. El mayordomo se adelantó para ayudar a Christina y a su acompañante con el equipaje, pero ellos lo rechazaron educadamente. Él regresó en silencio al lado de Kurt.
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