De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 776
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Capítulo 776:
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Estaba tratando deliberadamente de provocar a Christina, con la esperanza de verla perder la compostura por los celos. Él adoraba a la mujer que amaba, un privilegio del que no disfrutaba su exmujer.
Brendon creía que sus palabras afectarían a Christina. Lo que no se daba cuenta era que no le importaban lo más mínimo. Si acaso, le daban ganas de reír.
Christina esbozó una leve sonrisa divertida mientras se apartaba y señalaba la puerta. «¿Ya has terminado de hablar? Si es así, puedes marcharte».
Brendon supuso que ella solo estaba fingiendo, que fingía no sentirse afectada. Esa idea le complació y una sonrisa de satisfacción se dibujó en sus labios. Pero entonces, una risa burlona de hombre resonó desde el comedor.
La sonrisa de Brendon se desvaneció y una mueca de disgusto se apoderó de su rostro. Una punzada de celos lo atravesó cuando exigió: «Tienes a un hombre escondido en esta casa, ¿verdad?».
«Eso no es asunto tuyo», replicó Christina, cruzando los brazos y mirándolo con gélido desdén.
—Christina, no lo olvides: soy tu exmarido —le recordó Brendon, aunque su voz tembló ligeramente.
—Y tú solo eres mi exmarido —dijo Christina arqueando una ceja—. Estamos divorciados. No tienes nada que decir sobre mi vida personal.
—Claro, es tu vida privada —espetó él—, pero si haces algo escandaloso, mi nombre quedará mancillado. Una vez formaste parte de la familia Dawson, ¿recuerdas?
—¿Y qué? Estuvimos casados, en pasado. Eso no significa que esté atada a ti para siempre. Estoy divorciada. Soy libre. Si recibo aquí a hombres o mujeres no es asunto tuyo. Y si decido tener algunos acompañantes, sigue sin ser asunto tuyo —respondió Christina con frialdad, sin inmutarse.
El rostro de Brendon se ensombreció, con la ira bullendo bajo la superficie. ¿Tenía pensado rodearse de hombres guapos utilizando el dinero del acuerdo y las acciones de la empresa que él le había proporcionado?
Cuanto más daba vueltas a la idea en su cabeza, más furioso se ponía. «Si quieres tener a unos cuantos chicos guapos a tu alrededor, vale, no puedo impedírtelo. Pero si utilizas mi dinero para hacerlo, entonces sí que me incumbe».
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Christina soltó una risa aguda, encontrando sus afirmaciones completamente ridículas.
—¿Qué te hace tanta gracia? —preguntó Brendon, frunciendo el ceño, confundido.
—Me río de tu descaro. ¿Cómo que «tu dinero»? ¿El acuerdo de divorcio? Tengo derecho a él, es mío. No lo has liquidado por completo e incluso querías que me fuera sin nada. ¿Y esas acciones? Gané la apuesta y las gané de forma justa. Son mías por derecho. Nada de eso tiene que ver contigo —dijo con voz llena de desprecio.
Él se sonrojó avergonzado, pero siguió insistiendo obstinadamente. «De cualquier manera, usar mi dinero para mantener a unos chicos guapos a tu alrededor es inaceptable».
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