De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 771
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Capítulo 771:
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Y entonces ella se inclinó aún más, sin apartar la mirada, que seguía fija en la de él. Su aroma llegó hasta él, delicado, embriagador, y su último hilo de autocontrol se rompió.
Bajó la mirada y, lentamente, inclinó la cabeza. Una oleada de deseo lo invadió, acercándolo a los labios de ella.
Justo cuando estaba a punto de acortar la distancia y presionar su boca contra la de ella, Christina dejó escapar un leve suspiro y se desplomó en sus brazos, cerrando los ojos. Las manos de Dylan se movieron instintivamente para comprobar su respiración, con voz tranquila, casi aterrada. «¿Christina?».
—¿Qué? —murmuró ella, con la voz pastosa por el sueño, acurrucándose más contra su pecho.
Dylan exhaló, aliviado. Por un momento, había temido que algo fuera mal. Pero solo se había quedado dormida.
Una extraña mezcla de resignación y alivio lo invadió. La tensión que lo había atenazado comenzó a desvanecerse.
Sin embargo, su cuerpo aún no se había recuperado. Se concentró en estabilizar su respiración, obligando a su corazón a calmarse.
Finalmente, sus nervios se calmaron. Con delicadeza, la acomodó, recostándola sobre su regazo para que pudiera descansar más cómodamente.
La rodeó con sus brazos de forma protectora, asegurándose de que estuviera a salvo y segura. Miró su rostro dormido, su habitual mirada fría ahora suavizada por algo más cálido, más tranquilo.
Sus dedos rozaron ligeramente su cálida mejilla. Tras una larga pausa, sonrió. Una sonrisa suave, torcida, casi tonta. Era el tipo de sonrisa que encerraba una ternura que las palabras no podían expresar, como si pudiera verter todo el amor del mundo en ella y aún así quedarse corto.
En cuanto el coche en el que iban Christina y Dylan se detuvo, Robin se apresuró a abrir la puerta en un santiamén.
Se detuvo en seco al ver lo que le esperaba. Christina se había quedado dormida en el regazo de Dylan, con la mano de él descansando sobre su cintura.
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Robin lanzó una mirada fulminante a Dylan, con voz aguda y acusadora. «¿Qué le has hecho?».
Dylan miró a Robin, pero no se molestó en responder.
«¡Te lo advierto! Si se te ocurre aprovecharte de Christina, ¡te juro que no te lo perdonaré!», espetó Robin, lanzando una mirada feroz a Dylan.
Dylan no le hizo caso a Robin. Sin decir una palabra, sacó con cuidado a Christina del coche.
En cuanto Christina salió del coche, Robin se abalanzó hacia ella y extendió los brazos para quitársela a Dylan.
Pero Dylan lo había previsto. En cuanto Robin se movió, se apartó sutilmente, esquivándola con facilidad. Robin ni siquiera pudo rozar la ropa de Christina.
—Tú… —comenzó a protestar Robin, pero las palabras se le atragantaron bajo la mirada gélida y penetrante de Dylan.
De repente, Dylan emanó una presencia intimidante, creando una poderosa sensación de opresión que dejó a Robin momentáneamente atónito.
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