De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 747
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Capítulo 747:
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En ese momento, Yolanda entró en pánico, abrumada por un repentino temor, como si algo vital se le hubiera escapado. Sus manos se extendieron instintivamente, pero el aire no le ofrecía ningún consuelo, y un dolor vacío se instaló en su pecho.
—¡Brendon! —Yolanda corrió hacia él y le agarró de la manga, con los ojos temblorosos—. ¿Adónde vas? Por favor, no me dejes sola aquí. Por favor, dime qué estás planeando…
Brendon finalmente salió de su trance. Un momento antes, sus pensamientos se habían centrado por completo en impedir que Christina aceptara participar en la carrera mortal, lo que le había hecho olvidar por completo la presencia de Yolanda.
El temblor en el tono de Yolanda y su expresión suplicante despertaron en él una mezcla de arrepentimiento y tristeza. Se dio cuenta de que acababa de herirla profundamente. Una frágil simpatía floreció en su interior.
«Antes de irte a ningún sitio, ¿podrías intervenir y evitar que Christina siga adelante? Si participa en la carrera mortal, podría encontrar la muerte. ¡Debemos detenerla!», suplicó Yolanda, con voz llena de preocupación, aunque en el fondo anhelaba la desaparición de Christina.
Su mirada de suave preocupación y falsa dulzura solo intensificó el remordimiento de Brendon. Parecía tan sincera, tan admirable, y sin embargo él la había ignorado por culpa de su antigua compañera. ¿Qué ceguera se había apoderado de él?
Brendon le secó las lágrimas de las mejillas a Yolanda con los dedos, con el corazón encogido.
«Ve rápido y detén a Christina. Te esperaré aquí», dijo Yolanda, manteniendo su farsa de comprensión y consideración.
El remordimiento de Brendon solo se intensificó. Cuanto más lo pensaba, más se daba cuenta de que había perdido el foco. Ahora que Christina había aceptado la provocación de Alfred, debía asumir su decisión. ¿Por qué iba a molestarse en intentar disuadirla? Incluso podría despreciar su intento de ayudarla.
Con ese pensamiento, Brendon decidió no involucrarse más. Miró a Yolanda con cariño y dijo: «No me iba. Solo necesitaba ir al baño».
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«Entonces, cuando termines, ve a detener a Christina», añadió Yolanda, fingiendo pánico mientras le daba un codazo.
Brendon le tomó los dedos con delicadeza, con voz suave y segura. «No me voy a marchar. Me quedaré a tu lado. Ahora mismo, tú eres lo único que importa. Eso es todo. No nos agobiemos con compasión innecesaria».
Le dio un golpecito juguetón en la mejilla y añadió: «Siempre has sido amable con ella y nunca lo ha apreciado. ¿Alguien tan desagradecida como ella? No vale la pena intervenir».
Yolanda se detuvo, como si estuviera indecisa. «Pero…».
«Sin peros. Ella es adulta, y los adultos deben asumir las consecuencias de sus decisiones. Pase lo que pase, ella es la única responsable», respondió Brendon con tono firme.
Su anterior urgencia por detener a Christina había quedado ahora completamente eclipsada por su afecto hacia Yolanda. No quería ver morir a Christina, pero tampoco quería que sus buenas intenciones fueran recibidas con desprecio. Dado que Christina había tomado su propia decisión, debía respetarla. Lo que siguiera sería su responsabilidad.
—Brendon… —Yolanda gimió, derritiéndose en su pecho. Sin embargo, bajo su máscara de tristeza, sus labios se curvaron con satisfacción. Su atención se desvió hacia la enorme pantalla donde aparecía Christina, con la mirada brillante de victoria. Por mucho que Christina luchara, nunca podría rivalizar con lo que unas pocas lágrimas de Yolanda podían lograr.
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