De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 701
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Capítulo 701:
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¿El coche de detrás? Demasiado tarde para reaccionar. Intentaron frenar, pero a esa velocidad y con ese ángulo, no había posibilidad. Incluso si hubieran visto su movimiento, no habrían podido girar sin volcar o chocar contra algo.
Todo sucedió en un instante, demasiado rápido para que pudieran reaccionar. Mientras Christina ejecutaba su impresionante derrape, el coche que la perseguía siguió recto. Ella no levantó el pie del acelerador, sabiendo exactamente adónde se dirigía.
Cada curva y cada giro de la carretera estaban ya trazados en la mente de Christina. Cuando llegaron al centro de la ciudad, la persecución había terminado hacía tiempo.
Christina redujo la velocidad del coche a la normalidad, como si nada hubiera pasado.
Eloise aún no había soltado el cinturón de seguridad, que agarraba con fuerza como si fuera un salvavidas. Aquel tramo de carretera le había parecido horas en lugar de minutos. Estaba emocionada y aterrorizada a la vez, con el corazón latiendo tan fuerte que parecía que se le iba a salir del pecho. Había curvado los dedos de los pies contra el suelo, como preparándose para el impacto.
—Ya está. Los hemos perdido —exhaló Elliott por fin. Con eso, cualquier duda que le quedaba se desvaneció de su mente: Christina era sin duda Skybreaker. También se dio cuenta de que la diferencia entre sus habilidades no era solo leve; durante la carrera del otro día, ella definitivamente se había contenido.
—Definitivamente hay alguien que nos persigue —dijo Christina con calma, sin apartar la vista de la carretera—. A partir de ahora, mantente alerta. —Miró por el retrovisor y se encontró con la mirada de Eloise—. Y tú, no salgas sola. No sin nosotros.
—¡De acuerdo! —asintió Eloise rápidamente, sin dudarlo. En ese momento, estaba pendiente de cada palabra de Christina. Ya no la veía solo como una amiga, era su mayor admiradora.
—¡Christina, eres increíble! —dijo Eloise con los ojos iluminados por una admiración sincera. No era una piloto y sabía que nunca podría igualar las habilidades de Christina, pero había probado la adrenalina de coquetear con la muerte. En ese momento, en el coche, su cuerpo estaba atado al asiento, pero ¿y su alma? Sentía como si se hubiera quedado atrás, persiguiéndola en el viento.
Christina soltó una risita. «Vamos, todos tenemos nuestros momentos».
«No es cierto», murmuró Eloise, bajando la mirada. «Yo no puedo hacer nada de lo que hacéis vosotros».
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«Quizá tú tienes talentos que nosotros no tenemos. Cada uno tiene lo suyo. Lo importante es conocer tus puntos fuertes y aprovecharlos al máximo», dijo Christina con delicadeza.
«Sí… quizá», respondió Eloise con una sonrisa tímida, preguntándose en voz baja si estudiar mucho era su único superpoder real.
Más tarde, esa misma noche, en el silencio sepulcral del almacén abandonado, unos gritos espeluznantes rasgaron el aire. Los gritos no solo eran fuertes, sino que estaban impregnados de desesperanza y llegaban directamente al hueso.
Cinco hombres se retorcían en el frío cemento, sus gritos de dolor atravesando el silencio. Hielas navajas se clavaban profundamente en sus muslos y brazos. La sangre empapaba sus ropas, dejándolos destrozados y lamentables.
Un círculo de hombres vestidos de negro los rodeaba, con pistolas con silenciadores en las manos. No mostraban ni una pizca de emoción en sus rostros, como si fueran a disparar sin pestañear si alguien intentaba escapar.
—¿Aún no estáis listos para hablar? —preguntó Terrence, haciendo girar un cuchillo en la mano, con un toque de locura brillando en su sonrisa. Jugaba con la hoja como si fuera un juguete, agachado justo delante de uno de los hombres sangrantes.
El hombre sangrante se estremeció con fuerza cuando Terrence se acercó, sintiendo un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. El tipo que tenía delante no solo era peligroso. Era un maldito lunático.
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