De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 691
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Capítulo 691:
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El hombre que empuñaba la pistola tenía los ojos azules más impresionantes que había visto jamás, y brillaban con un placer retorcido.
«¿Así es como recibes a la gente en tu oficina?», preguntó Christina, con voz firme y tranquila mientras miraba fijamente su hermoso rostro.
Tenía el pelo negro azabache peinado hacia atrás, los rasgos afilados, increíblemente guapo, como un príncipe salido de un cuadro.
—Tienes unos reflejos impresionantes —dijo el hombre, entrecerrando sus hermosos ojos hasta convertirlos en dos rendijas peligrosas. Entonces, sin previo aviso, giró la mano que sostenía
En el instante en que esquivó su ataque, Christina se apartó de él como el humo, le agarró la muñeca y le dio un golpe brutal que le hizo gritar.
Mientras él aún se recuperaba del golpe en la muñeca, Christina le arrebató el arma de sus débiles manos y le dio una patada en la ingle con tanta fuerza que acabó con su linaje.
El hombre comprendió inmediatamente lo que Christina intentaba hacer, pero la ira nunca se apoderó de él. Al contrario, la encontró aún más fascinante. Retrocedió con pasos rápidos, levantó ambas manos en señal de rendición y le dedicó una sonrisa burlona y juguetona.
—He terminado con este juego —dijo el hombre, con la mirada intensa y una pizca de diversión en sus brillantes ojos azules—. Quedamos en paz.
Sus ojos ardían con un deseo peligroso y dominante que parecía consumirlo todo a su paso.
Christina apuntó con la pistola silenciada hacia él, con la mirada fija y feroz, mostrando que iba en serio. —¿Empatados? Qué divertido —respondió ella, con voz helada.
En cuanto las palabras salieron de sus labios, le dio una fuerte bofetada en la mejilla con la palma abierta.
¡Smack! En el instante en que resonó la bofetada, varios guardaespaldas profesionales irrumpieron por la puerta, cada uno apuntando con sus armas silenciadas directamente a Christina. Christina miró fijamente los múltiples cañones que apuntaban hacia ella con total compostura, sin mostrar ningún rastro de miedo o preocupación. Habló con fría indiferencia, su tono cortando la tensión.
«Si queréis que vuestro jefe siga respirando, marchaos ahora mismo».
Los ojos del hombre ardían mientras observaba cada uno de sus movimientos. Su mirada intensa y entretenida contenía una llama que ardía con más fuerza cada segundo que pasaba. Ella realmente lo atraía. Tenía agallas.
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Los guardaespaldas permanecieron inmóviles, esperando las órdenes del hombre. Sus armas seguían apuntando a Christina, listas para disparar a su señal.
Christina soltó una risa escalofriante, y sus ojos se convirtieron en dos rendijas de determinación. —A ver quién dispara más rápido. ¿Tú o yo?
En cuanto terminó de hablar, el hombre ordenó con voz firme: «Todos fuera».
Los guardaespaldas se miraron sorprendidos, guardaron sus armas y salieron apresuradamente de la habitación, asegurándose de cerrar la puerta completamente tras de sí.
Mientras el hombre estudiaba el rostro de Christina, la mirada amenazante de sus ojos se desvaneció y se transformó en una sonrisa pícara y juguetona. La muerte no le asustaba en absoluto. Simplemente no podía soportar que sus guardaespaldas arruinaran este emocionante encuentro entre él y Christina.
«Nos han dejado solos. ¿Ya estás satisfecha?», preguntó, dando un paso hacia ella, con esa sonrisa de confianza aún en los labios.
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